Encontré a Scott apoyado en un palo de billar en una de las mesas cerca del frente. Se encontraba estudiando la propagación de las bolas cuando me acerque.
–¿Encontraste un cajero automático? –Le pregunté, mientras lanzaba mi chaqueta húmeda al respaldo de una silla metálica plegable que estaba contra la pared.
–Si, pero no antes de que me trague diez galones de lluvia– levantó el sombrero hawaiano y tiro el agua para dar énfasis.
Tal vez encontró un cajero –pero no hasta que terminó lo que sea que estuviera haciendo en el callejón– y por mucho que me hubiera gustado saber que era lo que hacía, probablemente no lo averiguaré pronto. Perdí mi oportunidad cuando Patch me alejó para decirme que todo estaba en mi cabeza y que debería volver a casa.
Apoyé mis manos en el borde de la mesa de billar despreocupadamente, esperando lucir como si estuviera en mi ambiente, pero la verdad era, que mi corazón latía desbocado. No solo acababa de tener una discusión con Patch, si no que nadie de alrededor lucía remotamente amigable, y por más que trataba, no podía alejar de mi mente la imagen de alguien sangrando en una de las mesas. ¿Acaso fue en esta? Quite mis manos de ahí y las sacudí para limpiarlas.
–Estábamos a punto de empezar un juego–dijo Scott –cincuenta dólares y estas dentro, toma un taco.
No estaba de humor para jugar y hubiera preferido sólo observar, pero una rápida mirada al lugar me dejo ver que Patch se encontraba sentado en una mesa de póker en la parte de atrás. Aunque su cuerpo no estaba directamente hacia mí, sabía que estaba observándome. Estaba observando a todos en la habitación. Patch nunca iba a ningún lado sin hacer una evaluación cuidadosa y detallada del entorno.
Sabiendo esto, intenté poner la sonrisa más deslumbrante que tuviera en ese momento dentro de mí.
–Me encantaría–respondí.
No quería que Patch supiera que tan molesta estaba ni cuanto me dolía. No quería que creyera que me estaba aburriendo con Scott, pero antes de que pudiera mirar hacia el bastidor, un hombre bajo con gafas y chaleco se situó junto a Scott. Todo en él lucía fuera de lugar –lucia arreglado, sus pantalones planchados y sus mocasines pulidos. Le preguntó a Scott en voz apenas audible.
–¿Cuánto?
–Cincuenta– respondió Scott un poco irritado–, lo mismo de siempre.
–El juego tiene un mínimo de cien.
–¿Desde cuándo?
–Déjame reformular, para ti tiene un mínimo de cien
Scott se puso rojo del rostro, tomo su bebida del borde de la mesa y la bebió de un sorbo. Entonces tomó su billetera, saco un fajo de billetes y lo puso en el bolsillo de la camisa del hombre.
–Ahí hay cincuenta, te pagaré el resto después del juego, ahora quita tu mal aliento de mi cara para que pueda concentrarme.
El hombre se puso un lápiz contra el labio.
–Tendrás que arreglar primero tu cuenta con Dew, se esta poniendo impaciente. El ha sido muy generoso contigo y tú no le has devuelto el favor.
–Dile que tendré el dinero para el final de la noche.
–Eso mismo dijiste hace una semana.
Scott se acercó más, acorralando al hombre.
–No soy el único que le debe un poco a Dew.
–Pero eres el único que le preocupa que no vaya a pagarle.
El hombre sacó el dinero que Scott había puesto en su bolsillo y lo tiro al suelo. –Como dije, Dew se esta poniendo inquieto– Le dio una mirada significativa y después se alejó.
–¿Cuánto le debes a Scott? –le pregunté, solo me miró.
Okey, siguiente pregunta.
–¿Cómo está la competencia? –dije casi susurrando, mientras veía a los otros jugadores reunirse en las mesas de alrededor. Dos de cada tres estaban fumando. Tres de cada tres tenían tatuajes de cuchillos, pistolas y otras armas subiendo por sus brazos. Cualquier otra noche hubiera estado aterrada, o al menos incómoda, pero Patch seguía en la esquina. Mientras él estuviera aquí, estaba a salvo.
Scott resoplo.
–Estos tipos son novatos, podría vencerlos en mi peor día, la verdadera competencia se encuentra allá– dirigió su mirada hacia un corredor que separaba el área principal. El pasillo era estrecho y oscuro y se dirigía hacia una habitación que tenia una luz naranja. Una cortina de cuentas colgaba sobre el marco de la puerta. Una mesa de billar tallada que se encontraba justo en la entrada.
–Allá atrás podría ganar en un juego lo que gano aquí en quince juegos.
Por el rabillo del ojo vi a Patch dirigir su mirada hacia mí, pretendí no notarlo, llevé mi mano a mi bolsillo y me acerqué un paso a Scott.
–Necesitas cien para el próximo juego ¿verdad? Aquí hay... cincuenta –, dije mientras rápidamente contaba los dos billetes de veinte y el de diez que Patch me había dado. No era fanática de las apuestas, pero quería probarle a Patch que Z no iba a comerme viva y escupir mis restos. Podía encajar. O al menos no ser relegada. Y si parecía que coqueteaba con Scott en el proceso, que así sea. Púdrete, pensé atreves de la habitación, aun sabiendo que Patch no podía escucharme. Scott pasó su mirada entre el dinero y yo – ¿Es una broma?
–Si ganas dividiremos el total – Scott miró el dinero con una codicia que me tomó desprevenida, él necesitaba el dinero. Él no estaba en Z esta noche por el entretenimiento. Apostar era una adicción.
Tomó el dinero y corrió hacia el hombre bajo con el chaleco, cuyo lápiz estaba escribiendo furiosamente números y balances para los jugadores.
Di un vistazo a Patch para ver su reacción sobre lo que acababa de hacer, pero sus ojos estaban concentrados en el juego de póker y su expresión era indescriptible.
El hombre del chaleco contó el dinero de Scott, alineándolos hábilmente para que todos estuvieran hacia el mismo lado, cuando terminó le dio una sonrisa forzada a Scott. Al parecer estábamos dentro.
Scott regresó y puso tiza a su taco.
–Sabes lo que dicen de la buena suerte, tienes que besar mi taco– dijo poniéndolo frente a mi rostro.
Di un paso hacia atrás.
–No voy a besar tu taco – Scott movió sus brazos como si fueran alas mientras hacia sonidos de gallina.
Mire rápidamente hacia el rincón, esperando que Patch no estuviera viendo la escena de humillación, y fue cuando vi a Marcie Millar paseándose detrás de él, inclinándose y enredando sus brazos en su cuello.
Mi corazón cayó hasta mis rodillas.
Scott estaba hablando, golpeteando el taco contra mi frente, pero sus palabras pasaron desapercibidas para mí.
Luché por recuperar el aire y concentrarme en la pared, intentando recuperarme de la sorpresa y traición. ¿Así que a esto se refería el cuando dijo que las cosas con Marcie eran estrictamente de negocios? ¡Porque seguro que eso no es lo que me pareció a mí! ¿Y qué esta haciendo ella aquí justo después de haber sido apuñalada en Bo? ¿Se sintió segura porque estaba con Patch? En una vacilación de un segundo, me pregunte si él hacia esto para ponerme celosa. Pero si ese fuera el caso, él tendría que haber sabido que yo estaría en Z esta noche, cosa que él no sabía. A menos que me hubiera estado espiando. ¿Acaso ha estado más cerca estas últimas 24 horas? ¿Más de lo que yo creía?
Enterré mis uñas en mis palmas, luchando por concentrarme en ese dolor. Y no en los humillantes y sorpresivos sentimientos que crecían dentro de mí. Me quedé ahí, adormecida y aguantando las ganas de llorar, hasta que mi atención se dirigió hacia la puerta del corredor. Un chico con una camiseta roja se paro junto al marco. Algo estaba mal con un pedazo de piel en su garganta, casi lucía deformada. Antes de que pudiera mirar con mas detenimiento, fui paralizada por un Deja vu. Algo en él lucía muy familiar, incluso aunque sabia que jamás lo había conocido. Sentí la urgencia de salir corriendo, pero al mismo tiempo estaba abrumada por la necesidad de tener que ubicarlo.
Tomó la bola blanca de la mesa de billar más cercana a él y la lanzó perezosamente unas veces al aire.
–Vamos– dijo Scott agitando el taco de un lado a otro frente a mí. Los otros tipos que de alrededor empezaron a reírse–Hazlo Nora, solo un pequeño vistazo para la buena suerte– deslizó el taco por el borde de mi blusa y lo levanto.
Lance el taco lejos
–¡Ya basta! –. Vi un movimiento del chico de la camiseta roja, paso tan rápido, que me tomó dos latidos darme cuenta que pasaría. Doblo su brazo y lanzó la bola blanca atreves de la habitación. Un instante después, el espejo que estaba en la pared más alejada quedó destrozado, trozos de vidrio cayeron al suelo.
El lugar quedó en completo silencio excepto por la música de los altavoces.
–¡Tú!– el hombre de la camiseta roja, apuntó al hombre del chaleco con un arma de fuego en su mano– Dame el dinero–, le hizo un gesto con el arma– Mantén tus manos donde pueda verlas.
Junto a mi, Scott avanzo al frente de la multitud.
–De ninguna manera, ese es nuestro dinero– unos cuantos gritos de acuerdo sonaron de la multitud.
El tipo de la camiseta roja continúo apuntando con el arma al hombre del chaleco pero desvió su mirada a Scott, sonrió mostrando los dientes
–Ya no.
–Si tomas ese dinero te mataré– hubo una furia calmada en la voz de Scott, sonó como si lo dijera en serio. Me quede congelada en mi lugar, apenas respirando, aterrada por lo que podría pasar luego, porque ninguna parte de mi dudo que el arma estuviera cargada.
El hombre del arma sonrió
–¿A sí?
–Nadie aquí va a dejarte marchar con nuestro dinero– dijo Scott– Hazte un favor y baja el arma.
Otro murmullo en acuerdo sonó de la multitud. A pesar del hecho que parecía que la temperatura del cuarto había aumentado, el hombre de la camiseta rojo se rascó perezosamente la parte trasera del cuello con el cañón del arma. No parecía estar para nada preocupado. Apuntando ahora a Scott con el arma dijo.
–Ponte en la mesa.
–Piérdete
–¡Ponte en la mesa!
El hombre sostenía el arma con ambas manos apuntando directamente al pecho de Scott.
Scott levanto sus manos al nivel de sus hombros y retrocedió hasta la mesa
–No saldrás vivo de esta, te superamos en número de treinta a uno.
El hombre se acerco a Scott en tres pasos, parándose un momento frente a él, sus dedos se posaron sobre el gatillo, una gota de sudor recorrió el rostro de Scott. No podía creer que él no alejara la pistola. ¿Acaso no sabia que él no podía morir? ¿Acaso no sabia que era un Nefilim? Pero Patch había dicho que él pertenecía a una sociedad de sangre de Nefilims.- ¿Cómo podría no saberlo?-
–Estás cometiendo un grave error– la voz de Scott sonaba fría, pero con un toque de pánico.
Me pregunté porque nadie había echo un movimiento para ayudarlo.
Como Scott había dicho, la multitud lo superaba en número. Pero había algo vicioso y aterradoramente poderoso en él, algo...de otro mundo. Me pregunte si ellos estaban tan asustados de él como yo. También me pregunté si ese sentimiento incomodo dentro de mi significaba que él era un ángel caído, o un Nefilim.
Entre todos los rostros de las personas, de pronto me vi cruzando miradas con Marcie, ella miraba a través de la multitud con lo que solo podría describir como desconcertada fascinación escrita en todo su rostro. En ese momento supe que ella no tenia idea de lo que iba a pasar. Ella no se había dado cuenta que Scott era un Nefilim y que tenia más fuerza en una mano de lo que un humano tenia en todo su cuerpo. Ella no había visto a Chauncey, el primer Nefilim que vi, destrozar mi celular con su mano. Ella no había estado ahí la noche en que me persiguió por los pasillos de la escuela. ¿Y el chico de la camiseta roja? Ya fuera un ángel caído o un Nefilim, era igual de poderoso. Sea lo que sea que fuera a pasar, no era una mera primera pelea.
Debió de haber aprendido su lección en Bo y quedarse en casa. Y yo también debí de haberlo echo.
El chico de la camiseta roja empujo a Scott con el arma y éste cayó sobre la mesa. A pesar de la sorpresa y el miedo, Scott toma a tientas el taco y el chico se lo arrebató. Sin dudarlo ni un segundo, salto sobre la mesa y apunto el taco sobre la cara de Scott y enterró el taco en la mesa a unos centímetros de la oreja de Scott. El taco bajó con tanta fuerza que atravesó la superficie de la mesa, doce pulgadas de él eran visibles bajo la mesa.
Me callé un grito.
La manzana de Adán de Scott tembló.
–Estás loco –dijo
De pronto un taburete de la barra atravesó el aire golpeando al chico de la camiseta roja en un costado, tuvo que saltar de la mesa para mantener el equilibrio.
–Atrápenlo –alguien en la multitud grito.
Algo así como una guerra de gritos estalló y más hombres tomaron taburetes de la barra para lanzarlos. Me arrodille en el suelo sobre mis manos y gateé entre el mar de piernas buscando por la salida mas cercana. Un par de cuerpos más adelante un hombre tenía una pistola amarrada en su pierna, él la tomo y segundos después una lluvia de disparos comenzó.
Lo que siguió no fue silencio si no un alboroto: maldiciones, disparos y golpes sonando contra la piel. Me puse en pie y corrí en cuclillas hacia la salida de atrás.
Apenas había salido por la puerta cuando alguien me tomó de la pretina de mis pantalones y me arrastró en vertical. Patch.
–Toma el jeep –me ordenó, poniendo las llaves de su auto en mi mano.
Una pausa precipitada – ¿Qué estas esperando?
Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero parpadeé furiosamente alejándolas.
–Deja de actuar como si fuera un gran inconveniente. ¡Nunca pedí tu ayuda!
–Te dije que no vinieras esta noche, no serias un inconveniente si hubieras escuchado, este no es tu mundo, es el mío. Estás tan decidida en probarlo que harás algo estúpido y terminarás muriendo.
Me molestó eso, así que abrí mi boca para decírselo.
–El hombre de rojo es un Nefilim –Patch dijo para callarme antes de que protestara–, la marca significa que esta con la sociedad de sangre de la que te hable antes, él ha jurado lealtad a ellos.
–¿Marca?
–Cerca de su clavícula.
¿La deformidad era por una marca? Mire hacia la ventana que daba al interior, los cuerpos abundaban sobre las mesas de billar, golpes eran lanzados en todas direcciones. Ya no vi al hombre de rojo, pero ahora entiendo porque lo reconocí. Él era un Nefilim. Él me recordó a Chauncey en una forma en que Scott no se había ni acercado.
Un fuerte ruido parecía que reventaría mis tímpanos, Patch me tumbó al suelo, fragmentos de vidrio cayeron alrededor de nosotros. La ventana de la puerta trasera había sido disparada.
–Vete de aquí – dijo Patch empujándome en dirección a la calle.
Me gire hacia él
–¿A dónde vas?
–Marcie sigue adentro, regresaré por ella.
Mis pulmones parecieron cerrarse, nada de aire podía salir o entrar
–¿Qué hay de mí? Eres mi ángel guardián.
Patch me miró directamente a los ojos.
–Ya no más Ángel.
Antes de que pudiera discutir con él, se deslizó por la puerta, desvaneciéndose entre la multitud violenta.
En la calle abrí el jeep y acomodé el asiento delantero ¿Ya no era mi ángel guardián? ¿Hablaba en serio? ¿Sólo porque le dije que así era como lo quería? ¿O lo dijo sólo para asustarme? ¿Para hacer que me arrepintiera por decir que no lo quería? Bueno, si él no era mi ángel guardián era porque yo estaba tratando de hacer lo correcto, estaba tratando de hacer esto más fácil para ambos. Estaba tratando de mantenerlo a salvo de los arcángeles. Le dije exactamente porque lo había hecho y él se molestaba conmigo, como si todo el desastre fuera de alguna forma mi culpa. ¡Como si yo quisiera que esto pasara! Esto era más su culpa que mía.
Sentía la urgencia de regresar y decirle que yo no era una inútil. Que no soy un peón en su malvado y gran mundo. Y que no estoy ciega, que podía ver bastante bien que algo ocurría entre él y Marcie. Es más, estoy segura que así es.
Olvídalo, me dije, estoy mejor sin él. Es un tonto, un imbécil, un imbécil no confiable. No lo necesito- para nada-.
Me detuve frente a la granja, mis piernas aún temblaban y mi respiración se sacudía un poco cuando exhalaba. Estaba conciente del silencio alrededor. El jeep siempre había sido como un refugio; esta noche se sentía extraño y aislado, demasiado amplio para una sola persona. Recosté mi cabeza en el volante y comencé a llorar. No pensé en Patch llevando a Marcie a su casa en su auto, solo deje que el aire caliente de la ventilación rodeara mi piel y aspiré el aroma de Patch.
Me quede así, encorvada y sollozando, hasta que la aguja de la gasolina llego a la mitad, me seque los ojos, soltando un suspiro largo con problemas.
Estaba a punto de apagar el motor cuando vi a Patch parado en el porche recargado en una viga.
Por un momento pensé que él había venido a ver como estaba y lágrimas de alivio surcaron mis ojos. Pero yo conducía su jeep. Seguro vino a recogerlo.
Después de la forma en que me trato esta noche, no podía creer que hubiera otra razón.
Camino por el asfalto y abrió la puerta del conductor
–¿Estás bien? – Asentí rígidamente. Hubiera dicho que sí, pero mi voz aun estaba escondida en algún lugar de mi estómago. El Nefilim de mirada fría seguía grabado en mi mente, y no podía dejar de preguntarme, qué había pasado cuando me fui de Z. ¿Había salido Scott? ¿Y Marcie? Claro que sí, Patch parecía decidido a asegurarse de que ella saliera.
–¿Porque el Nefilim de la camiseta roja quería dinero? –pregunté mientras me cambiaba al asiento de pasajero, aún estaba lloviznando y aunque sabia que Patch no podía sentirlo, se sentía de alguna forma incorrecto dejarlo parado ahí.
Después de un momento, se sentó detrás del volante, encerrándonos juntos en el jeep.
Dos noches atrás ese gesto se hubiera sentido intimo, ahora se sentía muy incomodo.
–Estaba juntando fondos para la sociedad de la sangre, ojala tuviera una mejor idea de lo que están planeando. Si necesitan dinero lo más seguro es quesea para recursos. Es eso o para comprar ángeles caídos. Pero cómo, quién y porqué, no lo sé –negó con la cabeza– Necesito a alguien de adentro, por primera vez ser un ángel me pone en desventaja. No dejarán que me acerque ni a una milla de la operación.
Por un segundo creí que me estaba pidiendo ayuda, pero yo difícilmenteera un Nefilim. Tenía una infinitesimal parte de Nefilim corriendo en mis venasque podía rastrearse atreves de cientos de años hasta mi ancestro Chauncey Langeais. Para todos los fines, yo era humana. No iba a llegar adentro más rápido que Patch.
–Dijiste que Scott y el chico de rojo estaban con la sociedad de la sangre, pero ellos no parecían conocerse, ¿Estás seguro que Scott está involucrado?
–Él está involucrado.
–¿Entonces como es que no se conocen?
–Mi suposición es que quien sea que dirige la sociedad, esta separando a los miembros para mantenerlos en la oscuridad, sin solidaridad, las posibilidades de una captura bajan aún más. Si ellos no saben que tan fuertes son, los Nefilim no pueden filtrar información a los enemigos. Los ángeles caídos no pueden obtener información si los miembros de la sociedad no lo saben tampoco.
No sabía de qué lado estaba yo, parte de mí aborrecía la idea de ángeles caídos poseyendo los cuerpos de Nefilims cada Jeshván. Una parte menos noble de mí, se aliviaba que los blancos fueran Nefilims y no humanos, no yo, ni nadie a quien amo.
–¿Y Marcie? – dije tratando de mantener mi voz neutra
–Le gusta el Póker– dijo sin comprometerse.
Puso el jeep en reversa.
–Debería irme, ¿Estarás bien esta noche? ¿Está tu mamá?– Me giré en el asiento para quedar frente a él.
–Marcie tenia sus brazos a tu alrededor.
–La idea de Marcie sobre el espacio personal es inexistente.
–¿Así que ahora eres un experto en Marcie?
Sus ojos se oscurecieron, y supe no debería ir por ese rumbo, pero no me importó, yo iría ahí.
–¿Qué sucede entre ustedes dos? Lo que yo vi no parecían negocios.
–Estaba en medio de un juego cuando ella llegó por detrás, no es la primera vez que una chica hace eso y probablemente no será la última.
–Pudiste haberla alejado de ti.
–Tenía sus brazos a mí alrededor por un segundo y al siguiente el Nefilim lanzó la bola de billar. No estaba pensando en Marcie, corrí a chequear el perímetro en caso de que el Nefilim no estuviera solo.
–Regresaste por ella.
–No iba a dejarla ahí.
Me quedé en mi asiento un momento, el nudo de mi estomago se achicó tanto que dolió, ¿que se supone que debía creer? ¿Qué él regresó por Marcie por cortesía? ¿Un sentido del deber? ¿O algo completamente diferente y máspreocupante?
–Tuve un sueño acerca del papá de Marcie anoche –No estaba segura porque dije eso, probablemente para que Patch viera que mi dolor era tan grande que había alcanzado mis sueños. Una vez leí que los sueños era una conciliación de lo que pasaba en nuestras vidas, y si eso era verdad, definitivamente era una forma de decirme que yo no estaba a gusto con lo que pasaba entre Patch y Marcie. No si soñaba con ángeles caídos y Jeshván. No si soñaba con el padre de Marcie.
–¿Soñaste con el padre de Marcie? –la voz de Patch sonaba igual de calmada que siempre, pero algo en la forma en que me miró, me hizo pensar que estaba sorprendido por la noticia, incluso quizás desconcertado.
–Creí que estaba en Inglaterra, desde hace mucho tiempo.
El papá de Marcie era perseguido por el bosque, sólo que no podía huir porque su capa se había atorado en los árboles. No dejaba de decir que un ángel caído intentaba poseerlo.
Patch reflexionó esto un momento, una vez mas su silencio me indicó que había dicho algo que llamo su interés. Pero no podía adivinar que. Miró su reloj y después a mí
–¿Necesitas que te acompañe dentro de la casa? –Miré hacia la oscuridad, la combinación de la noche y la lluvia creaba un ambiente triste y poco atractivo a todo alrededor. No podía decidir que era peor, ir adentro sola o quedarme aquí afuera con Patch, asustada de que él continúe, que continúe con Marcie Millar.
–Estoy dudando porque no me quiero mojar, además, obviamente tú tienes que estar en otro lado –Abrí la puerta y saque una pierna del jeep –, eso, y que nuestra relación se terminó, no me debes ningún favor –nos miramos a los ojos, sólo había dicho eso para lastimarlo, pero era yo la que tenía el nudo en la garganta. Antes de que pudiera decir algo para dividir más las cosas, caminé hacia el pórtico cubriendo mi cabello de la lluvia con mis manos.
Adentro, me recargue contra la puerta principal y esperando escuchar como Patch se alejaba en el Jeep. Mis ojos se inundaron de lágrimas, cerré mis ojos, desee que Patch regresara. Lo quería aquí conmigo, quería que me aprisionara contra él y me besara para alejar el frío. Sentí la soledad helarme lentamente de adentro hacia fuera. Pero el sonido de neumáticos avanzando por el asfalto húmedo jamás llego.
Sin advertencia, el recuerdo de nuestra última noche juntos, antes de que todo colapsara, llegó. Automáticamente comencé a bloquearlo. El problema era, que yo quería recordarlo, Necesitaba una forma de aún tener a Patch cerca.
Bajando la guardia, me dejé sentir sus labios sobre los míos, suave al principio, después con más pasión. Sentí su cuerpo, cálido y sólido, contra mí.
Sus manos estaban detrás de mi cuello, sujetando la cadena de plata, prometiéndome que me amaría por siempre.
Puse el cerrojo, disolviéndose el recuerdo con un clic, ¡que se pudra!, continúe repitiéndome tantas veces como fuera necesario.
En la cocina, las luces se encendieron con el switch, estaba aliviada de tener electricidad.
El teléfono parpadeaba rojo, así que escuche los mensajes.
–Nora –era la voz de mamá– tenemos toneladas de lluvia aquí en Boston, así que decidieron reprogramar las subastas, voy camino a casa, así que estaré ahí alrededor de las once, puedes enviar a Vee a casa si quieres, te amo y te veré pronto.
Revisé el reloj. Faltaban unos minutos para las diez, tenía sólo una hora más para estar sola.