-"¿Te puedo ayudar?"
Sonreí forzadamente a la secretaría de la oficina principal, esperando no verme tan deshonesta como me sentía. - "Tengo una medicina recetada que debo tomar diariamente en la escuela y mi amiga..."
Mi voz se estancó en la palabra. Me pregunto si después de hoy tendré ganas de considerar a Vee otra vez mi amiga.
-"Mi amiga me informó que se supone que yo lo debo registre con la enfermera. ¿Sabes si es eso correcto?" No podía creer que estaba aquí parada intentando hacer algo ilegal. Últimamente estaba mostrando un comportamiento no característico en mí. Primero seguí a Patch a un billar de mala muerte tarde en la noche. Ahora estaba a punto de husmear en el archivo estudiantil. ¿Qué estaba pasando conmigo? No. ¿Qué estaba pasando con Patch? ¿Por qué cuando se trata de él, no puedo evitar tener mal juicio?
- "Ah, sí," dijo solemnemente la secretaria. "Todas las medicinas necesitan ser registradas. La oficina de la enfermera está allá detrás, tercera puerta a la izquierda, al frente del archivo estudiantil." Ella hizo señas hacia el pasillo detrás de ella. "Si la enfermera no está ahí, puedes sentarte en el catre. Ella regresará en cualquier momento."
Fabriqué otra sonrisa. De verdad esperaba que no fuera tan fácil.
Mientras caminaba por el pasillo, me detuve par de veces para mirar sobre mi hombro. Nadie venía tras de mí. El teléfono de la oficina principal estaba sonando, pero sonaba como un mundo aparte del oscuro pasillo en donde estaba. Estaba sola, libre para hacer lo que quisiera.
Me paré frente a la tercera puerta a la izquierda. Aguanté la respiración y toqué a la puerta, pero por la oscuridad en la ventana, era obvio que el cuarto estaba vacío. Empujé la puerta. Se movió con renuencia, haciendo un chirrido mientras se habría hacia un pequeño cuarto con baldosas blancas. Por un momento me quedé parada en la entrada, casi deseando que la enfermera apareciera y así no tener otra opción que registrar mis píldoras de hierro e irme. Una rápida mirada a través del pasillo reveló una puerta con una ventana que decía Archivo estudiantil. También estaba oscura.
Concentré mi atención en un insistente pensamiento en el fondo de mi mente. Patch diciendo que él no había ido a la escuela el año pasado. Estaba bien segura de que él estaba mintiendo, pero y si no lo estaba ¿tendría una record estudiantil? Al menos sí tiene una dirección residencial, razoné. También la tarjeta de vacunas y las calificaciones del semestre pasado. Aún así, una posible suspensión parecía un precio muy alto para pagar por mirar la tarjeta de vacunas de Patch.
Recosté un hombro contra la pared y miré mi reloj. Vee me dijo que esperara por su señal. Ella dijo que sería obvia. Grandioso.
El teléfono en la oficina principal volvió a sonar y la secretaria lo contestó.
Mordiéndome el labio, miré nuevamente a la puerta identificada como Archivo Estudiantil. Probablemente estaba cerrada con llave. El archivo estudiantil probablemente era considerado de mucha seguridad. No importaba que clase de distracción Vee hubiera creado; si la puerta estaba cerrada, yo no iba a entrar.
Cambié mi mochila al otro hombro. Otro minuto pasó. Me dije a mi misma que debía marcharme...
Por otro lado ¿y si Vee tenía razón? ¿Y si Patch tiene un pasado criminal? Como su compañera de biología, el tener regularmente contacto con él podría ponerme en peligro. Yo tenía la responsabilidad de protegerme... ¿cierto?
Si la puerta no estaba cerrada y los archivos estaban alfabetizados, no tendría ningún problema en localizar rápidamente el record de Patch. A eso añadámosle un par de segundos para leer por encima a ver si tiene record criminal y probablemente esté fuera del cuarto en menos de un minuto. Lo cual sería tan rápido que probablemente ni se sentiría que había entrado.
Todo estaba demasiado callado en la oficina principal. De repente, Vee se apareció en la esquina. Ella se acercó a mí caminando agachada, pegada Contra la pared, arrastrando sus manos por la pared y mirando furtivamente sobre sus hombros. Estaba caminando como los espías lo hacían en las películas viejas.
- "Todo está bajo control," ella susurró.
- "¿Qué le pasó a la secretaria?"
- "Tuvo que dejar la oficina por un minuto."
- "¿Tuvo? No la incapacitaste ¿cierto?"
- "Esta vez no."
Gracias a dios por las pequeñas bondades.
- "Llamé desde el teléfono público y dije que hay una amenaza de bomba," dijo Vee. "La secretaria llamó a la policía y luego corrió para buscar al director."
- "¡Vee!"
Ella dio golpecitos en su muñeca. - "El reloj está contando. No queremos estar aquí cuando llegue la policía." Y me lo dices.
Vee y yo fuimos a la puerta de los archivos de los estudiantes.
- "Muévete," dijo Vee, empujándome con su cadera.
Ella cubrió su puño con la manga de su camisa e intentó perforar la ventana. Nada pasó.
- "Eso fue solo práctica," dijo y luego retrocedió para dar otro golpe, pero yo agarré su brazo.
- "Podría estar abierta." Giré el pestillo y la puerta se abrió.
- "Eso no fue nada divertido," dijo Vee. Cuestión de opiniones.
- "Entra tú," ordenó Vee. "Yo vigilo. Si todo va bien, nos encontraremos en una hora. Espérame en el restaurante mexicano en la esquina de Drake y Beech." Luego caminó en cuclillas por el pasillo.
Me dejó allí parada, mitad adentro y mitad afuera del estrecho cuarto revestido de pared a pared con archiveros. Antes de que mi conciencia me dijera que me saliera de ahí, entré y cerré la puerta tras de mí, presionando mi espalda contra ella.
Con un profundo respiro, me quité la mochila y me adelanté, trazando con mis dedos la parte frontal de los archiveros. Encontré la gaveta marcada con CAR-CUV. La gaveta se abrió de un jalón. Las etiquetas de los archivos estaban identificadas a mano y me pregunté si Coldwater High era la última escuela en el país que aún no estaba computarizada.
Mis ojos se posaron sobre el apellido "Cipriano".
De un tirón, saqué el archivo de la repleta gaveta. Por un momento lo sostuve en mis manos, tratando de convencerme de que no era tan malo lo que estaba a punto de hacer. ¿Qué importaba que allí adentro hubiera información privada? Como compañera de biología de Patch, tenía derecho a saber estas cosas.
Afuera, las voces llenaron el pasillo.
Abrí el archivo con torpeza e inmediatamente me estremecí. No tenía sentido.
Las voces avanzaban.
Al azar, introduje el archivo dentro de la gaveta y la empujé, enviándola rápidamente devuelta al archivero. Mientras me giraba, me quedé paralizada. Al otro lado de la ventana, el director se detuvo en seco y su vista estaba fija sobre la mía.
Lo que sea que le estaba diciendo al grupo, el cual consistía de los más importantes de la facultad, se quedó en el olvido.
- "Discúlpenme un momento," lo escuché decir. El grupo continuó caminando. Pero él no.
Él abrió la puerta. - "Esta área es prohibida para los estudiantes."
Intenté mostrar una expresión indefensa. - "Lo siento. Intento encontrar la oficina de la enfermera. La secretaria dijo que era la tercera puerta a la derecha, pero creo que conté mal..." Puse mis manos en alto. - "Estoy perdida."
Antes de que él pudiera responder, abrí la cremallera del bolsillo de mi mochila.
-"Se supone que registre esto. Píldoras de hierro," expliqué. "Soy anémica."
Él me estudió por un momento frunciendo el ceño. Pensé que podía verlo balancear sus opciones: quedarse aquí y lidiar conmigo, o lidiar con una amenaza de bomba. El señaló hacia la puerta, alzando su barbilla, -"Necesito que salgas del edificio inmediatamente."
Él abrió la puerta y yo pasé bajo su brazo, mientras mi sonrisa colapsaba.
***
Una hora después me senté en uno de los cubículos del restaurante mexicano en la esquina de Drake y Beech. Un cactus de cerámica y un coyote de peluche estaban puestos en la pared frente a mí. Un hombre que llevaba puesto un sombrero más ancho que él estaba paseándose por ahí, rasgueando acordes en su guitarra. El me dio una serenata mientras la chica de alterne ponía menús sobre la mesa. Fruncí el entrecejo cuando vi la insignia en la portada. The Borderline. Nunca antes había comido aquí, y sin embargo algo en el nombre se me hacía vagamente familiar.
Vee vino detrás de mí y se sentó en la silla opuesta. Nuestro mesero estaba a sus pies.
- "Cuatro chimis, crema agria extra, un plato con nachos y otro con frijoles negros," le dijo Vee sin consultar el menú.
- "Un burrito rojo," dije.
- "¿Cuentas separadas?" Preguntó él.
- "Yo no le voy a pagar a ella," Vee y yo dijimos al mismo tiempo.
Después de que nuestro mesero se fue, dije, - "Cuatro chimis. Estoy ansiosa por saber su conexión con las frutas."
- "No empieces. Me muero de hambre. No he comido nada desde el almuerzo." Ella hizo una pausa. "Si no cuentas el Hot Tamales, porque yo no lo estoy contando."
Vee es voluptuosa, una escandinava, y era increíblemente sexy de una manera no ortodoxa. Ha habido días en los que nuestra amistad era la única cosa que evitaba mi envidia. Junto a Vee, la única cosa que tenía a mi favor eran mis piernas y tal vez mi metabolismo, pero definitivamente no mi cabello.
- "Más vale que traiga los nachos rápido," dijo Vee. "Me va a dar urticaria si no como algo salado en los próximos cuarenta y cinco segundos y de todas maneras las primeras tres letras de la palabra 'dieta' debería decirte que es lo que quiero hacer."
- "Ellos hacen la salsa con tomates," mencioné. "Eso es rojo y los aguacates son una fruta, creo."
Su rostro resplandeció. - "Y ordenaremos daiquiris de fresa."
Vee tenía razón. Esta dieta era fácil.
- "Vuelvo enseguida," dijo ella, saliendo del cubículo. "Ese tiempo del mes. Después de eso, voy hacer primera."
Mientras esperaba por ella, me encontré concentrada en el chico que estaba unas mesas más al frente. Él estaba trabajando duramente, estregando un trapo sobre la mesa. Había algo extrañamente familiar en la manera en que se movía, en la manera en que su camisa caía sobre el arco de su bien definida espalda. Casi como si él sospechara que estaba siendo observado, él se enderezó, se dio la vuelta y sus ojos se fijaron en los míos al mismo tiempo que yo comprendí por qué me era tan familiar. Patch.
No podía creerlo. Pensé en golpearme la frente cuando recordé que él me había dicho que trabajaba en el Borderline.
Limpiándose las manos en su delantal, él caminó hacia mí, aparentemente disfrutando de mi incomodidad mientras yo miraba alrededor buscando alguna manera de escapar y descubriendo que no podía ir a ninguna parte, que solo podía hundirme más en el cubículo.
- "Vaya, vaya," él dijo. "¿Cinco días a la semana no son suficiente para mí? ¿También me tienes que dar una tarde?"
- "Me disculpo por la desafortunada coincidencia."
Él se sentó en la silla de Vee. Cuando él puso los brazos sobre la mesa, estos eran tan largos que cruzaron mi lado de la mesa. Él tomó mi vaso, haciéndolo girar entre sus manos.
- "Todas las sillas aquí están ocupadas," dije. Cuando él no respondió, agarré mi vaso de vuelta y tomé un sorbo de agua, tragando accidentalmente un cubo de hielo que me lastimó la garganta. - "¿No deberías estar trabajando en lugar de estar fraternizando con clientes?" Dije ahogada.
Él sonrió. - "¿Qué vas a hacer el domingo en la noche?"
Yo bufé. Accidentalmente. - "¿Me estas invitando a salir?"
- "Te estás volviendo presumida. Me gusta eso, ángel."
- "No me importa lo que te gusta. No voy a salir contigo. No en una cita. Tampoco sola contigo." Quería patearme por experimentar un ardiente estremecimiento al imaginarme qué podría conllevar pasar una noche sola con Patch. Él ni siquiera lo decía en serio. Él estaba provocándome por razones que sólo él conocía. "Espera ¿me dijiste ángel?" Pregunté.
- "¿Y si lo hice?"
- "No me gusta."
Él sonrió abiertamente. - "Entonces lo dije. Ángel."
Él se inclinó en la mesa, levantando sus manos hasta mi cara y rozó su pulgar en la esquina de mi boca. Yo me alejé, muy tarde.
Él frotó brillo labial entre su pulgar y el dedo índice. - "Te ves mejor sin eso."
Intenté recordar de qué estábamos hablando, pero no me esforcé tanto como estaba haciendo para intentar parecer que su contacto no me había causado nada. Recogí mi pelo tras mi hombro, tomando de nuevo el hilo de nuestra previa conversación. "De todas maneras, no me dejan salir cuando hay clases al otro día."
- "Que mal. Hay una fiesta en la costa. Pensé que podríamos ir."
Él de verdad parecía sincero, pero no podía saber si era cierto o no. En lo absoluto. El calor de antes seguía corriendo en mis venas y tomé un largo sorbido con mi pajilla, intentando enfriar mis sentimientos con un tiro de agua helada. Tiempo a solas con Patch podría ser intrigante y peligroso. No estaba segura cómo exactamente, pero esta vez estaba confiando en mis instintos.
Fingí un bostezo.- "Bueno, como ya dije, al otro día hay clases." Con la esperanza de convencerme más a mí que a él, añadí, "Si estas interesado en esa fiesta, yo casi puedo garantizarte que no estaré."
Listo, pensé. Caso cerrado.
Y luego, sin ninguna advertencia en absoluto, dije,- "¿Por qué me estas invitando?"
Hasta este preciso instante, había estado diciéndome que no me importaba lo que Patch pensara de mí. Pero ahora, supe que era una mentira. Aunque probablemente me arrepentiría, estaba lo suficientemente curiosa sobre Patch hasta el punto de ir a cualquier parte con él.
- "Quiero estar contigo a solas," dijo Patch. Solo con eso, mis defensas regresaron.
- "Escucha, Patch, no quiero ser grosera, pero..."
- "Seguro que quieres serlo."
- "¡Bueno, tú comenzaste!" Adorable. Muy madura. "No puedo ir a la fiesta. Fin de la historia."
- "¿Porque no puedes salir en noches de escuela, o porque te da miedo estar sola conmigo?"
- "Ambas." La confesión se me escapó.
- "¿Te dan miedo todos los chicos... o solo yo?"
Entorné mis ojos dejando claro que no me iba a molestar en contestar una pregunta tan estúpida.
- "¿Te hago sentir incómoda?" Su boca creó una línea neutral, pero detecté una sonrisa especulativa atrapada tras ellos.
Sí, en realidad él tenía ese efecto en mí. También tenía la tendencia de eliminar de mi cabeza todo pensamiento lógico.
- "Lo siento," dije. "¿De qué estábamos hablando?"
- "De ti."
- "¿De mi?"
- "De tu vida personal."
Yo reí, insegura de qué otra respuesta dar. "Si esto es sobre mi... y el sexo opuesto... Vee ya me dio ese discurso. No necesito escucharlo dos veces."
- "¿Y qué te dijo la sabia Vee?"
Yo estaba jugando con mis manos y las deslicé fuera de la vista. - "No puedo imaginar por qué estas tan interesado." Él sacudió suavemente su cabeza. "¿Interesado? Estamos hablando de ti. Estoy fascinado." Él sonrió y fue una sonrisa fantástica. El efecto fue un pulso agitado. Mi pulso agitado.
- "Creo que deberías regresar a trabajar," dije.
- "Es bueno saberlo, me gusta la idea de que en la escuela no haya ningún chico que junte todas tus expectativas."
- "Olvidé que eres la autoridad de mis tan nombradas expectativas," bufé.
Él me estudió de una manera que me hizo sentir transparente. - "Tú no eres reservada, Nora. Tampoco eres tímida. Solo necesitas una buena razón para salir de tu rutina y conocer a alguien."
- "Ya no quiero hablar más sobre mí."
- "Tú crees que lo sabes todo."
- "No es cierto," dije. "Por ejemplo, bueno, en este caso, yo no sé mucho sobre... ti."
- "Tú no estás lista para conocerme."
No había nada despreocupado en la manera en que él lo dijo. En realidad, su expresión era cortante.
- "Busqué en tu expediente."
Mis palabras colgaron en el aire por un momento antes de que los ojos de Patch se alinearan con los míos.
- "Estoy bastante seguro de que eso es ilegal," dijo él calmadamente. -"Tu expediente estaba vacío. No había nada. Ni siquiera tu record de vacunas."
Él ni siquiera fingió estar sorprendido. Él se reclinó en su silla y sus ojos relucían como obsidianas. - "¿Y me estás diciendo esto porque tienes miedo de que pueda causar un brote de sarampión o paperas?"
- "Te estoy diciendo esto porque quiero que sepas que yo sé que algo no está bien contigo. Nos has engañado a todos. Voy a descubrir qué es lo que estas tramando. Te voy a descubrir."
- "Estaré esperando que lo hagas."
Yo me sonrojé, comprendiendo muy tarde la indirecta. Sobre la cabeza de Patch, pude ver a Vee abriéndose camino entre las mesas.
- "Vee viene. Te tienes que ir.", Dije.
Él se quedó ahí, mirándome, pensando.
- "¿Por qué me estas mirando así?" Le dije a manera de reto.
Él se impulsó, preparándose para levantarse. - "Porque tú no eres como yo pensaba."
- "Tú tampoco lo eres," rebatí. "Eres peor."