Cada día que transcurría su cuerpo se iba deteriorando, por más que trataba de evitarlo cubriéndolo con vendas, era imposible; ya su olor no era igual de dulce que antes, los insectos querían devorarla. De nada valió todo el esfuerzo que hice, por mi culpa lo perdí todo. La casa se sentía muy sola y vacía, es peor que estar encerrado en aquel oscuro lugar. Amanecía todos los días al lado de ella, pero nunca despertó. Guardaba la esperanza de que lo hiciera, pero no fue así, era como si las paredes me hablaran. Mi cabeza no dejaba de escuchar sus últimas palabras. No había salido de la casa, quise permanecer con ella en todo momento. La ansiedad me estaba consumiendo por dentro. Cada mañana la limpiaba con paños húmedos, trataba de cuidar de ella, así como ella cuidó de mi. Su cuerpo frío y pálido, me destrozaba el corazón.
—Habíamos imaginado un futuro juntos, ¿y esto es lo que obtenemos? Maldigo el momento en que ese infeliz me arrebató a lo único que tenía. Te juro que voy a hacer todo lo que me dijiste, Noah. Es tiempo de ir purificando a la suciedad, a esa plaga que lo contamina todo.
Salí de la casa porque necesitaba un respiro y tomar aire fresco, hace mucho no salía. Caminar por la calle jamás había sido tan desesperante; ver a las personas riendo me causaba ansiedad, me hervía la sangre, era como si sus malditas risas quedaran grabadas en mi cabeza. Parejas caminando de la mano, besándose y sonriendo. ¡No lo soporto! ¡No los quiero oír mas! ¡Salgan de mi cabeza! ¡Los odio a todos! Me senté en el suelo y tapé mis oídos, era como estar en una pesadilla, estaba luchando con esa rabia que estaba sintiendo dentro de mi.
—¿Te encuentras bien? ¿Necesitas ayuda? — escuché la voz de una mujer, tan dulce y suave a la vez, fue como escuchar a Noah.
—¿Noah? — alcé mi cabeza y era una chica, no era mi Noah.
—No, no soy Noah. Mi nombre es Jenny—sonrió nerviosa. Su voz y su sonrisa me hizo recordar a Noah, era como volverla a ver; a pesar de que no era ella físicamente, muy en el fondo algo me atrajo y la veía de la misma forma. Es como si mi cabeza me quisiera jugar una mala broma. Me le quedé viendo en silencio y volvió a sonreír —. ¿Te ocurre algo? Si necesitas ayuda, puedo ayudarte— recordé las palabras de Noah la vez que estuvimos en la enfermería.
—Eres tu, ¿cierto, Noah?
—No soy Noah.
—Lo eres —me levanté del suelo y la encaré —. ¿Dónde has estado? ¿Por qué me dejaste solo? — la abracé, y ella se quedó inmóvil. Su perfume era igual de dulce, hace mucho no sentía esto.
—Yo no soy esa tal Noah, me está confundiendo —me empujó, y retrocedió.
—¿Por qué mientes? ¿Es otra broma de las tuyas?
—Yo creo que me voy, siento mucho molestarlo.
—Espera —le agarré la mano y ella se soltó, se veía asustada y salió corriendo.
—Te me escapaste de las manos una vez, pero no dos, Noah— la seguí sin que se diera cuenta y estuvo dando vueltas por el centro comercial, ofreciendo comida a los necesitados.
Eres tú. ¿Por qué me mientes, Noah? ¿Acaso te cansaste de mi y planeas abandonarme como todos? Estuve largo tiempo observándola de lejos, vi que se fue del centro comercial y caminó hacia otro lugar. Estaba sola, y quería acercarme a ella y cuestionarle, pero se metió al patio de una casa.
—Llegaste, cielo. ¿Dónde has estado, princesa? — un hombre salió de la casa a recibirla y se abrazaron.
—Estaba cumpliendo con mis horas, cariño. ¿Tanto me has extrañado?— sonrió, y lo besó.
¡Eres una mentirosa! ¿Me dejaste para irte con él? Mi mente se nubló otra vez y sentía tanta presión en mi pecho, que tuve que irme de ahí. ¿Por qué, Noah? Yo solo quería una vida contigo y me haces esto. Llegué a mi casa y vi su cuerpo en el mismo lugar.
—¿Por qué me haces esto? Yo te amo y te atreviste a mentirme así. ¿Qué hice para que te cansaras de mi? ¿Por qué te burlas de mi, Noah? No vas a escapar de mi fácilmente. ¡Voy a matarlo! ¡Tienes prohibido dejarme! — todo mi alma se llenó de rabia, decepción, dolor, me sentía traicionado por ella. Estaba dispuesto a perdonarle todo, si regresaba conmigo. Todos cometemos errores y estoy seguro que ella se equivocó.
Pasaron varias semanas y estuve siguiéndola a todas partes, me convertí en su sombra. Buscaba una oportunidad para acabar con ese estorbo y hacer que Noah regresara a la casa conmigo. Me la arrebataron una vez, pero nunca más va a suceder. Ella tenía la misma rutina todos los días; salía de la casa al centro comercial y pasaba toda la tarde allá, mientras que ese hombre llegaba a la casa una hora antes de que ella regresara del centro. Estaba impaciente, no podía esperar más. Estuve esperando hasta que él llegara a la casa y me fijé de que nadie estuviera viéndome y entré al patio, toqué la puerta de entrada y guardé el cuchillo en mi abrigo. Había planeado tantas cosas en mi cabeza, que solo faltaba ponerlas en marcha. El hombre abrió la puerta y sonrió.
—Buenas tardes, ¿puedo ayudarle en algo?
—Sí, debo ajustar unas cuentas contigo— saqué el cuchillo y lo clavé en su costado, él me empujó y se sacó el cuchillo de un halón. Entré a la casa y cerré la puerta detrás de mi, estaba quejándose y apuntó el cuchillo hacia mi dirección, mientras presionaba su costado.
—¿Quién eres? ¿Por qué haces esto? — se veía asustado, no podía casi hablar, su respiración estaba tan agitada que no se entendían sus palabras.
—Me quitaste lo único que tenía, por tu culpa Noah me abandonó. No mereces estar respirando ahora — caminé lentamente hacia él.
—No sé de que hablas, no des un paso mas o te mataré.
—Si no lo hago yo primero— me lancé sobre él y forcejeaba para quitarle el cuchillo. Al ver que se había aferrado a el, no me quedó de otra que llevar mi rodilla a su herida. Aprovechando que tuvo que soltarlo para presionar su herida, se la quité y llevé el cuchillo a su cuello—. Noah es mía y de nadie más — sonreí antes de darle un corte horizontal en su cuello con el cuchillo. Sus ojos estaban bien abiertos y la sangre bañó el suelo en segundos. Me sentía satisfecho al verlo de esa forma, soñaba con destruirlo y por fin pude hacerlo. Nadie me quita a mi Noah.
Limpié el desastre y recosté su cuerpo en el sillón de la sala. No veo la hora de que Noah regrese a la casa. El sonido de los perros me estaban desconcentrando. Mi ropa estaba bañada en sangre y esto será un problema. Fui a su cuarto y me puse una camisa de él, luego fui al baño a limpiarme las manos. Pasó un tiempo, hasta que escuché el sonido del portón y me quedé detrás de la puerta esperando a que entrara.
—¡Llegué, mi amor! — Noah abrió la puerta y entró, así que cerré la puerta detrás de ella y se giró hacia mí.
—Bienvenida a casa, Noah — sonreí, y sacudí el cuchillo.