Los labios de Sei eran como copos de nieve derritiéndose en la boca de Davi. La sensación que le daba era tan seductoramente irresistible, que incluso en su estado de ebriedad, sus besos eran como pociones hipnóticas. Era algo imposible que ella lo rechazara sin importar el estado en que se encontrara.
Su beso fue profundo y apasionado a pesar de que la respuesta de Davi fue descuidada. Sei se dejó perder en el calor de su boca hasta que ambos se quedaron sin aliento.
Mientras sus labios se separaban, Sei la miró suavemente y su corazón se tranquilizó cuando Davi finalmente dejó de gritar a toda voz. Todavía estaba lloriqueando, pero el flujo interminable de lágrimas que eran como un dique de agua que brotaba de sus ojos finalmente se había detenido.