Anonadada por el pedido de Sei, Davi simplemente se quedó inmóvil. Sus ojos estaban dilatados, mientras lo miraba con incredulidad.
—¿Diez...? ¿Diez minutos? —balbuceó y cuando Sei respondió solamente con un "Mm", Davi no supo qué decir.
—¿Ha... Hablas en serio? —fue lo único que pudo preguntar, pensando que Sei sólo estaba bromeando. Sabía que, antes, ese hombre no sabía lo que era bromear, pero pensó que tal vez había aprendido a hacerlo en los últimos cinco años.
—No pude besarte anoche antes de ir a dormir, ni esta mañana, a causa del pequeño Shin, así que... Quiero compensarlo —respondió él y Davi se ruborizó intensamente, mientras intentaba aclararse la garganta. Bueno, sin importar que ella pensara que Sei podría estar bromeando, la honestidad y sinceridad en sus ojos decía lo contrario.