El cuarto estaba envuelto en el frío silencio una vez más. Pero cuando Zaki se dio cuenta del dedo de Sei, sus ojos reflejaron curiosidad.
—Como sea, Sei, ¿qué le pasó a tu dedo? —le preguntó travieso, mientras tenía la vista enfocada en el dedo de Sei que estaba envuelto en un parche color rosa.
En ese momento, Sei levantó lentamente su mano y cuando vio el dedo, la escena exacta de cuando Davi lo estaba succionando se le vino a la mente. Se puso rojo de nuevo.
Al ver su reacción, Zaki casi no pudo creerlo.
¡Dios mío! ¿Acaba de sonrojarse? ¿En serio? ¿Estoy alucinando?
Zaki sacudió la cabeza antes de mirarlo nuevamente. Incluso fue y prendió todas las luces para verle el rostro. Cuando confirmó que lo que había visto era real, casi se ahoga.
¡Santo cielo! ¡Este monstruo se está sonrojando de verdad!