En la provincia del norte cercana a la tierra congelada, el clima en el Mes de la Cosecha ya estaba tornándose frío, pero el de ese día era atípicamente cálido y acogedor.
Un equipo de jinetes cabalgaba en el desierto. La luz solar iluminaba sus armaduras negras y teñía de dorado el emblema del oso sangriento.
Parecían estar buscando algo, pero ignoraron a los mercenarios que se encontraban a poca distancia de ellos, como si estos fueran transparentes.
—Si recuerdo bien, «Sigilo Colectivo» es un hechizo de séptimo círculo, ¿verdad? —Había un señor entre los mercenarios que no parecía uno de estos últimos en lo más mínimo. Él estaba recostado perezosamente sobre su caballo vistiendo un esmoquin rojo y con una copa de vino en las manos, como si temiera que otras personas no supieran que él era un gallardo "noble".
Katrina respondió la pregunta del Vizconde Carendia con orgullo: