En la torre mágica de Douglas, en su demiplano.
El último número de estaba Arcana a su lado, Artil estalló en carcajadas.
—¡Ha sido probado! ¡Lo sabía! ¡Qué lástima que no estuviese allí en el laboratorio de Brook y me perdiera la oportunidad de ver la expresión de su rostro! ¡Debe estar más que desesperado! Me estaría riendo durmiendo ahora si su mundo cognitivo hubiera explotado como el del idiota de Lauren!
Alegría. Alegría salvaje. Artil no pudo contenerla.
Harto del espíritu alocado de Artil, Norman tosió un poco y pensó en secreto que Artil merecía de verdad el título del Perro Loco, así llamaban los otros arcanistas a Artil.
La cara de Norman estaba un poco pálida por la herida en su alma. Utilizando el laboratorio de Douglas, acababa de comprobar la conclusión publicada en la revista.