Los muchos pensamientos que pasaron por la mente de Lucien lo dejaron clavado ahí junto al escritorio, y Lazar estuvo a punto de chocar con él.
—¿Qué ha pasado?
—Hay algún tipo de maldición en el jarrón — le dijo Lucien a Lazar sin rodeos.
—¡¿Qué?! —El tono de Lazar aumentó de repente. No podía entender por qué Lucien estaba tan tranquilo.
—¡Arcana por encima! ¡Lucien, alguien está tratando de matarte! —Lazar agarró a Lucien por el brazo y lo apartó con ferocidad del jarrón. No obstante, estaba seguro de que, por un segundo, vio emoción en los ojos de Lucien.
Lucien estaba muy emocionado, pero sabía que debía interpretar el papel de una víctima. Había enfado en su voz.
—¡Lazar, cierra la puerta de la institución! ¡No permitas que nadie salga! ¡Recoge todos los regalos recibidos! Los reportaré al Comité de Asuntos.
—¡Entendido! —Lazar asintió con seriedad.