El corazón de Jacques latía a toda velocidad. Podía escuchar su propio aliento.
Diez segundos después, Jacques bajó finalmente sus hombros tensos como un globo que pierde el aire.
—¿Cómo... quieres que haga esto? —Dijo Jacques con voz ronca.
Sintió que estaba dividido en dos partes: una estaba controlada por su gran deseo por su amor, y la otra parte se sentía extremadamente culpable.
—Es simple. Solo tienes que firmar un pacto mágico conmigo —la sonrisa de Lucien seguía en su rostro—. En primer lugar, promete que nunca le dirás a nadie más quiénes somos. En segundo lugar, no le dirás a nadie del navío que algo no está bien aquí. En tercer lugar, también mantendrás esto en secreto tras volver a Sturk.
Jacques escuchó las palabras de Lucien, mirando con los ojos al suelo.