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—¡Huo Yunting, realmente quieres hacerme enojar hasta matarme, verdad! —La enojada voz de la señora rugió desde el otro lado del teléfono, como era de esperarse.
—Abuela, si quieres un bisnieto, te sugiero que no nos molestes ahora... —Le levantó una ceja en forma siniestra a Lu Zhaoyang—. Estamos ocupados ahora.
—Tú... ¡ambos, regresen ahora! —La señora estaba furiosa y casi rompió el teléfono que tenía en la mano.
—Ya veremos, después de que hayamos terminado aquí.
Al colgar, Huo Yunting arrojó el teléfono a un lado.
Una vez más colocó a Lu Zhaoyang en sus brazos y cerró los ojos antes de dejar escapar un suspiro perezoso.
—Parece que aún no has dormido lo suficiente. Durmamos un poco más.
—Pero señora...
—No preguntes más, duerme un poco. Iremos para allá una vez que despertemos.