―Shishi, ¿por qué no descansas primero? Si no quieres hablar, no preguntaré más, pero si quieres hablar, seré tu oyente más fiel.
Ella enterró su rostro entre las palmas de sus manos. Las acusaciones amargas e histéricas lentamente retrocedieron como la marea bajo sus palabras tranquilizadoras.
Lentamente levantó la cabeza y miró a Qin Zhou desde el edredón. Su visión gradualmente se enfocó y ganó claridad a medida que su corazón se fue asentado.
―¿Por qué no tomas una siesta primero?
Sonrió aliviado cuando ella finalmente abrió los ojos para mirarle.
Ella asintió sin decir una palabra.
Acomodó el edredón sobre ella, se levantó para salir de la habitación y cerró la puerta tras él.
Los ojos de ella parpadearon y miraron fijamente al techo hasta que cayó en un sueño.
***
En el hospital.
Mu Wanrou yacía inconsciente en la cama dentro de la sala de tratamiento.