Después de todo, el Maestro Mu, quien estaba acostumbrado a la buena comida y a la buena vida desde joven, nunca había visto ni probado los fideos baratos.
¿No me digas que nunca ha comido fideos en toda su vida a pesar de su riqueza?
Oh, eso es posible.
Esta es el plato que comería un hombre común y corriente. No tendría la oportunidad de comerlo alguien de clase alta como él.
Se quedó callada ante lo absurdo de ese hecho.
Colocó los palillos y la cuchara sobre la mesa, el hombre como era de esperar, los levantó y comenzó a devorar los fideos.
―…
En realidad, parecía estar disfrutando de la comida.
Fuera de la ventana, la luz del sol entraba por el alféizar.
Él se sentaba con la espalda erguida. Aunque estuviese ocupado con los fideos, seguía siendo elegante y pacífico en su manierismo. No había ningún sonido que viniera de él.