—¿Tontear? ¿Qué tiene esto de tontear?
Ella bajó su voz.
—No tontees conmigo enfrente del niño.
Los labios de Mu Yazhe tenían una sonrisa siniestra y parecía ignorar su advertencia. Siguiendo su propio juego, le dio un besito en los labios.
Li Hanlin fue tomado por sorpresa por esa repentina muestra de amor. No tuvo la opción de evitar ser testigo de ese evento, el cual quedó atrapado en su garganta. Parado ahí, se sintió como la tercera rueda y quería salir de allí con premura.
Yun Tianyou estaba sentado en la cama, atónito por los movimientos abruptos de Mu Yazhe.
Su campo de vista estaba completamente bloqueado por la espalda del hombre, por lo que fue incapaz de ver las acciones que habían pasado. Solo podía ver cómo el hombre se inclinaba hacia adelante y pudo ver cómo el rostro de su madre se ruborizaba por el afecto.
En ese momento, algo pareció haber explotado en su mente. Agarró su almohada y, enojado, le dio un puñetazo.