Sin un padre a quien seguir, ella se prometió que haría lo mejor para poder llenar ese vacío para Youyou.
Cuando comenzó a trabajar, no importaba qué tan ocupada estuviera o hasta qué tan tarde trabajara, siempre dejaba tiempo para cenar con él. Incluso si es que tenía que pedir permiso, se apresuraba en llegar a casa para acompañar a Youyou en la cena y después volvía a la oficina para continuar trabajando.
Aunque sus actos causaban mucha insatisfacción, nunca había hecho una excepción y regresaba a casa todos los días a cenar.
Si había una emergencia en el trabajo o una cita de la que no podía salir, ella le indicaría y le pediría permiso para ser excusada de antemano. Aunque el niño protestaba y expresaba su descontento, él le recordaría, en un tono enojado, que comiera sus comidas a la hora indicada y que regresara a casa lo más pronto posible.
Sin embargo, era extraño que ella no regresara a casa toda una noche.
Esa vez fue la primera vez.