En sus recuerdos, Sun Ruying podía recordar cómo su hermana rodó por las escaleras y terminó con la cabeza ensangrentada en el suelo frío. Podía recordar el grito que hizo su hermana mayor cuando sucedió y cómo la atmósfera sofocante les impidió moverse de la escena.
Cuando la sangre salió de la herida de la cabeza de Sun Meixiu, Sun Ruying la escuchó gritar el nombre de su hija.
—Xin ... mi pequeña Xinxin me está esperando ... —Fueron las últimas palabras de Sun Meixiu antes de que sus ojos se desvanecieran en la oscuridad junto con su conciencia. Toda la escena fue horrible, al menos para la opinión de Sun Ruying.
Sun Ruying desapareció durante unos segundos hasta que volvió a la realidad y tropezó junto a su hermana y le tomó la mano.
—¡Meixiu!
—Ruying, déjala en paz.
Al escuchar a su hermana mayor decir esas frías palabras, la cara de Sun Ruying palideció.