Lu Xinyi bostezó y estiró los brazos, mientras que se levantaba de la cama al día siguiente. Se preguntó dónde podía estar su esposo, ya que se encontró sola en la cama. No podía recordar siquiera a qué hora y cómo habían logrado llegar al hotel la noche anterior. Luego de realizar su usual rutina de la mañana, a un ritmo lento, fue a la sala de estar y vio a Shen Yi ya listo para irse a trabajar.
—No tienes que acompañarme hoy —dijo Shen Yi, mientras se acomodaba las colleras— pero necesito que vayas de compras para la fiesta de mañana.
—¿Fiesta? —preguntó Lu Xinyi parpadeando. Se desplomó en el sillón y suspiró. Por lo menos, los pies se salvarían ese día de los tacos altos.
—Sí, quiero que me acompañes a una gala de negocios mañana por la noche.
—¿Qué? ¿No tienes miedo de que se releve muy pronto nuestro matrimonio? Creí que querías esperar algunas semanas.
—Xinyi, no tienen que saber que ya estamos casados. Serás mi cita mañana.