Lu Xinyi salió de la casa con Shen Yi a su lado, seguidos por sus perros. Su asistente vino a recogerlo para el trabajo.
Sostenía su mano con fuerza, como si temiese que ella desapareciera de su lado.
—Espera. Olvidé algo —Shen Yi se detuvo y abrió su mano delante de ella—. Dame tu teléfono.
Sin ánimos de discutir, Lu Xinyi puso su télefono en la mano que lo esperaba y observó cómo escribía rápidamente su número y lo guardaba en el dispositivo.
—Listo. Guardé mi número en tu teléfono. Llámame si necesita algo.
Shen Yi le dio unas palmaditas en la cabeza a Lu Xinyi. Estaba contento de que su esposa no rechazara su confesión anterior.
—Xinyi, no dejes que nadie te lastime de nuevo. No dejes que salgan ilesos —le dijo.
Por mucho que quisiera golpear a Gong Yijun por lastimar a su esposa, dejaría que Lu Xiny cosechara su propia venganza contra aquellos que la habían ofendido. Shen Yi tenía fe en que ella podría recuperar lo que era legítimamente suyo sin su ayuda, pero cualquiera que se atreviera a hacerle daño sufriría su ira.
—¿Acaso mi esposo está dudando de mis capacidades? —le prevocó Lu Xinyi.
—No, solo asegurándome de que no vuelvas a llorar otra vez.
Recordar la última vez que la vio llorar hizo hervir su sangre de rabia otra vez.
—Déjame lidiar con ellos. Seguramente les daré una probada de su propia medicina —repuso ella sonriendo.
No, ella no permitiría que ellos le pisaran e intimidaran. No cuando era la esposa de Shen Yi; No cuando sus ojos ya estaban abiertos a sus mentiras y maltratos. Era hora de que ella enfrentara sus propios problemas.
Ella suspiró. Sus momentos de paz con Shen Yi fueron demasiado cortos. Si tan solo pudieran quedarse más tiempo en el crucero y dejar todo atrás.
Sus perros suplicaron por su atención, la cual recibieron rápidamente. Lu Xinyi les rascó satisfactoriamente la barbilla y les murmuró cosas a esos dos bebés peludos y mimados.
—Dime, Xinyi —Shen Yi había tenido la intención de preguntar esto antes, pero nunca pudo encontrar el momento adecuado para preguntárselo.
—¿Hmm?
—¿Qué planeas hacer después de salir de ese agujero de ratas? —se refería a su trabajo anterior.
—Tengo muchas ganas de volver a estudiar. Creo que he ahorrado lo suficiente para inscribirme al próximo semestre —dijo Lu Xinyi. Estaba un poco avergonzada de decirle que no terminó sus estudios debido a sus problemas financieros. Después de graduarse de la escuela secundaria, comenzó a trabajar a tiempo completo para ahorrar dinero.
—¿Todavía quieres entrar a Silver Leaf?
Se le cayó la cara. Por mucho que quisiera asistir a la Academia Silver Leaf, sería imposible sin ser admitida para dar los exámenes y pasarlos. Ella se apresuró a ocultar su frustración. Lu Xinyi negó con la cabeza. No había nada que ella pudiera hacer al respecto. No poder recibir una carta de confirmación como Meng Jiao solo significaba que había fallado.
—No. Creo que no es para mí, y tengo que aceptarlo
Ella negó con la cabeza porque no estaba segura de cómo podría ir a la escuela de sus sueños. Si el destino no le daba ese camino, tal vez quedarse con Shen Yi y cocinar las comidas que siempre quiso probar sería suficiente para su corazón.
Lu Xinyi realmente no quería eso. Si se le pregunta, siempre quiso convertirse en una chef como su padre, pero también podría estar satisfecha con llevar una vida normal sin mucho drama.
Shen Yi se apresuró a ver la verdad detrás de sus mentiras. ¿Realmente pensaba que podía mentirle así? La verdad en su rostro era brillante como la luz del día.
—Lu Xinyi, no me mientas nunca más. ¿Lo quieres o no?
Después de escuchar la seriedad en su voz, Lu Xinyi pensó y pensó en los pros y los contras de sus elecciones.
—Lo quiero —decidió—. ¿Puedes conseguirme un lugar ahí? —preguntó ella sonriendo como si estuviese desafiándolo.
—Xinyi —Shen Yi la ayudó a levantarse y la atrajo hacia su brazos—. Te lo dije, solo necesitas pedirlo, y todo debería caer en tus manos —Shen Yi extendió su mano y acarició suavemente los labios de Lu Xinyi. Estaba realmente tentado de inclinarse hacia delante para probar esos deliciosos labios que parecían molestarlo.
Lu Xinyi se congeló por un momento antes de aprovechar la oportunidad para envolver sus brazos en su cintura. Encontraba paz en sus brazos. Ella sabía que nadie podía hacerle daño si estaba envuelta en sus brazos.
—Ven a casa temprano —le dijo.
—¿Por qué? —preguntó Lu Xinyi mientras deshacía el abrazo.
—Le pedí a Madame Jin que preparara Filete Mignón para la cena.
Shen Yi solo pudo hacer una mueca mientras su esposa sonreía como una niña mimada con sus ojos brillando de alegría.