Las palabras de Yu Lili fueron agudas y crueles, y su tono mostró su evidente disgusto.
Cuando Ou Ming la escuchó, su expresión permaneció brillante. Con los ojos vacíos, dijo con total naturalidad: "Si hago eso, me veré como un idiota".
"No eres un idiota. Eres un hombre ciego". Yu Lili terminó su teléfono. Con ambas manos sobre la mesa, dijo sombríamente: "Este no es un privilegio reservado para idiotas. Los ciegos también lo poseen, así que no tienes que preocuparte".
Los labios de Ou Ming se apretaron. Su mano yacía sin fuerzas a su lado. Él preguntó: "¿No puedes alimentarme?"
Cuando Yu Lili escuchó eso, se rió a carcajadas con incredulidad como si acabara de escuchar la broma más divertida. "¿Alimentarlo? Ya estoy pagando su comida y alojamiento en consideración a nuestra relación anterior. Sr. Ou, no vaya demasiado lejos. De lo contrario, ¡realmente dormirá en las calles esta noche!"