Ciudad de Plata, Funeraria.
Derrick permanecía de pie frente a un tramo de escaleras mientras miraba al frente con ojos enrojecidos. Frente a él había dos ataúdes que contenían a sus padres.
Incrustado en una placa de piedra frente a él había una simple espada de plata. El auge frecuente de los truenos hizo que la casa temblara y la espada se balanceara.
La pareja Berg dentro de los ataúdes no estaba completamente muerta todavía. Lucharon por mantener sus ojos abiertos mientras hacían intentos débiles de buscar aire, pero a los ojos de algunos, el brillo de sus vidas ya no podía suprimir su irreversible oscurecimiento.
—¡Derrick, hazlo!
Un anciano vestido con una larga túnica negra miró al joven y dijo a voz profunda con un bastón en la mano. La expresión del joven estaba visiblemente retorcida.
—¡No, no, no!