Dong Uno y Capullorojo esperaban fuera de la formación. Los dos, como si hubieran sentido algo, giraron para mirar hacia atrás y se encontraron con una figura masiva y musculosa que se alzaba hacia ellos. La figura tenía dos pisos de altura. Claramente no era un cuerpo que un ser humano normal pudiera poseer, tampoco intentaba ocultar su aura salvaje y monstruosa. Tenía una mirada arrogante y altiva que no reflejaba buenas intenciones.
—¿Quién eres tú? —exclamó Capullorojo.
—Monstruo, date prisa y vete. No queremos matar a ningún monstruo en este momento —susurró Dong Uno.
—Tú no quieres matar monstruos, pero yo quiero matar humanos en este momento —dijo Dragonballena muy relajado.
La seguridad que transmitía solo se daba cuando uno tenía una ventaja absoluta de poder.
—¿Matar humanos? —dijeron Dong Uno y Capullorojo sorprendidos.
—Si quieren culpar a alguien, culpen a ese mocoso, Ji Ning.