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—¿No hay antídoto que la cure por completo? —el rostro de Duan Ling Tian se desfiguró al oír al Patriarca del Clan Tang.
Aunque sumido en una furia extrema, Duan Ling Tian había logrado aclarar su mente.
—¿Cómo pude olvidar de la Píldora Purificadora de Espíritu...? Con la Píldora Purificadora de Espíritu, ¿acaso necesitaría del antídoto del Clan Tang?
De inmediato, Duan Ling Tian se calmó y sus ojos quedaron helados al mirar al Patriarca del Clan Tang una vez más.
—Xue Nai —Duan Ling Tian la llamó con una voz suave.
Casi al instante en que Duan Ling Tian terminó de hablar, Han Xue Nai atacó una vez más agitando su mano, por lo que una vez más sopló un viento helado penetrante.
—¡Fiiuu!
Antes de que el Patriarca y las demás autoridades del Clan Tang pudieran reaccionar, el viento frío ya los había envuelto y los había convertido en esculturas de hielo.