El Emperador de Kemoyin originalmente tenía más de cien kilómetros de largo, pero su figura se había reducido mil veces hasta convertirse en una pitón que sólo tenía decenas de metros de longitud. Una luz aterradora brotó de lo que antes eran sus escamas. Los dos ojos de la pitón miraron directamente a Melinda y su corazón no pudo evitar palpitar al ver la expresión despiadada en ellos.
La voz de Leylin sonó desde la pitón: —Ya has tenido suficiente, pero eso no significa que yo lo haya hecho. Vine por mi recompensa según nuestro acuerdo.
Luego de esas palabras, la inmensa pitón abrió su boca de repente y se formó un agujero negro en su interior.
—¡Habilidad innata Devoradora!
—Nooo... —en medio de los gritos de dolor de Melinda, el Emperador de Kemoyin, en el que Leylin se había transformado, mordió ferozmente el brazo de la Monarca de la Llama Ardiente. Poco después, abrió el espacio sin dudarlo y escapó.
¡Zzzz!