Linley levantó su cabeza y vio a lo más de cien dragones haciendo círculos sobre él. Las llamas que rodeaban a los Dragones de Fuego levantaban la temperatura a sus alrededores, mientras que esos Dragones Esmeralda de escamas verdes parecían emanar un aura que enviaba escalofríos al alma.
¡Una amalgamación de opuestos, escarcha y llama!
Bajo Linley, esos dos enormes Velocidragones estaban observándolo con regocijo. Ahora que estaba a 70 u 80 metros sobre la tierra, no tenía a donde huir. Al mismo tiempo, esos dragones también observaban a Linley con diversión.
La inteligencia de una bestia mágica de octavo rango no era de ninguna manera inferior a la de un humano. Linley sabía muy bien que para esos incontables dragones voladores, él era nada más que una hormiga. Sus oponentes no estaban preocupados por si él viviría o moriría, solo… si él podía proveerles con un poco de diversión.
¡Un juego!