—Dense prisa, ¿cómo desarman esto?
Gao Ran consiguió que sus hombres detuvieran a Huo Siyi y lo llevaron al auto junto con el debilitado Huo Siqian.
Huo Mian y Porotito eran los únicos que quedaban en el edificio de la fábrica con Qin Chu, Gao Ran y el escuadrón de bombas.
Los tres expertos desarmadores de bombas los estudiaron durante un rato y, finalmente, el principal experto se acercó a ellos con expresión pesada.
—Director Gao... Presidente Qin...
—¿Qué está pasando? ¿Es difícil? —Preguntó Gao Ran.
—La dificultad no es el problema, pero... —El jefe del escuadrón de bombas comenzó a tartamudear.
Gao Ran y Qin Chu se miraron mutuamente, ya que ambos sintieron que algo andaba mal.
—¿Pero qué? Por favor, continúe… —Gao Ran hizo un gesto para que los expertos del escuadrón de bombas continuaran hablando.
—Los explosivos están conectados.
—¿Qué significa eso? —Gao Ran frunció el ceño y Qin Chu escuchó con calma.