—Jefa, yo creo en usted, pero... No necesito un puesto permanente. Realmente no quiero provocarle ningún problema, conozco mis propias limitaciones —dijo lentamente Chen Jie.
—Lo único que sé es que eres muy buena en tu trabajo... Espérame aquí—Huo Mian tomó el recibo, se puso de pie y se marchó de la oficina.
—Jefa... —preocupada, Chen Jie observó a Huo Mian marcharse. Ella sabía que la Jefa Huo era una leyenda del hospital y se sentía extremadamente honrada de ser su ayudante. Pero... Ella no necesitaba ser ascendida realmente. Después de todo, había nacido en el campo y no tenía mucho talento. A causa de su entorno, había aprendido a no soñar nunca con cosas que no se merecía.