—¿Amigos? No, no somos amigos.
Song Yishi sonrió. Luego miró por la ventana de nuevo y permaneció en silencio.
Yang no se atrevió a decir nada más, en caso de que dijera algo malo y molestara a su jefe.
Luego de que Huo Mian y Qin Chu llegaron a South Hill, se ducharon y se metieron a la cama. Fue un día muy cansador, la fiesta que Qin Chu había planeado por tanto tiempo, había acabado. Incluyendo el premio, GK gastó 80 millones de yuanes.
Pero valió la pena, porque luego de esta fiesta, la reputación de GK en Asia se había solidificado, y su posición ahora era inamovible.
—Cariño, ¿sigues con tu periodo?
—Sí.
—¿Y cuándo se irá?
—Creo que en un día o dos.
—Bueno, me quedaré quieto. Después de todo, uno no debe pasar un semáforo en rojo.
—¿Qué? ¿Pensabas pasarte la luz roja? Sr. Qin, no tengo palabras.
La joven pareja nunca olvidaba divertirse en la cama.
—¿Cariño?
—¿Sí?