—Em... tampoco. Puedes tener de vuelta la billetera, no puedo aceptar esto —dijo Huo Mian recogiendo la billetera y la empujó de nuevo en las manos de Zhao Qingya.
—¿La política del hospital te prohíbe aceptar regalos? Está bien, esto no es un soborno. Es solo mi regalo para ti —explicó.
—No, soy yo. Pero gracias, señorita Zhao, por pensar tan amablemente en mí—replicó Huo.
Zhao Qingya agarró la billetera en su mano con emociones encontradas. Pensó que si demostraba su relación con Su Yu frente a la enfermera, la pequeña enfermera se asustaría por la competencia y se echaría atrás. Después de todo, Zhao Qingya fue la única con quien Su Yu mantuvo una relación durante todos estos años.
Sin embargo, ¿la falta de voluntad de la enfermera para aceptar su presente significa que no estaba planeando dejar ir a Su Yu? ¿Acaso ella quería aún más de él?
Con ese pensamiento, la cara de Zhao Qingya se volvió sombría mientras miraba a Huo Mian de arriba abajo.