— ¿Está bien así? —Nana se dio la vuelta.
Wendy salió de detrás de las cortinas y se frotó la cabeza con una sonrisa.
—Ya tomaste la decisión, ¿no es demasiado tarde para preguntarme ahora?
—Porque tampoco sé si estoy haciendo lo correcto —dijo, poniendo mala cara en sus labios—.No soy tan inteligente como la hermana Anna, que puede hacer todo con total confianza.
—Para empezar, no hay mucha gente como ella —dijo Wendy con suavidad—. Así que solo elige la respuesta que crees que no te arrepentirás.
Al ver a la joven absorta en sus pensamientos, Wendy no pudo evitar sentirse melancólica.
Recordó la primera vez que vio a Nana, cuando Nana todavía era una muchacha ingenua e inocente. Nana le gritaba a los pájaros cuando los veía y se desmayaba al ver la sangre. Ni siquiera podía entender sus propios problemas, y mucho menos preocuparse por los demás.