Mientras Roland caminaba hacia el sendero que conducía a la montaña Ladera Norte, los comentarios de Ruiseñor aún sonaban en sus oídos.
De repente se iluminó. Eso es cierto, pensó. Ya no soy solo un hombre normal que solo interactúa con planos todo el día, y este ya no es el mundo en el que solía vivir. Ahora, soy un señor de un gran territorio, y podría convertirme en un rey. Así que si mi situación cambia, no puedo usar mis viejas maneras de contenerme.
Sólo tengo que seguir mi corazón, se dijo a sí mismo. Si fuerzo algo debido a algunos 'principios' insignificantes, solo podría resultar en seguir lastimando a Anna y Ruiseñor.
Ante este pensamiento, Roland sintió que un peso había sido levantado de su corazón. Inhaló profundamente y abrió la puerta del patio trasero.
Abrir la puerta de acero fue como abrir su corazón y al instante vio un mundo completamente nuevo.
—Oh... ¡Aquí viene su alteza! —Colibrí y Lucía corrieron a saludarlo.