—Sé que no te puedo ayudar mucho, pero ¡espero que puedas tener un poco más de confianza! —Los bellos ojos de Emilia eran increíblemente puros. ¡La leve sonrisa que surgió era como la luz del sol en una noche de invierno!
—Pero… —Oliver Walker sentía como si tuviera una espina de pescado atorada en la garganta. En realidad, el asunto no era tan difícil de manejar, pero lo que realmente temía era si traer de vuelta a la chica haría que su esposa pensara demasiado.
Para un hombre, este tipo de situación siempre es la más difícil.
Una tarea que debe hacerse, pero que podría causar algún daño a la mujer que ama.
No sabía cómo elegir.
—¡De hecho, ya lo estás haciendo muy bien! —Emilia continuó animando, diciendo:
— ¡Algunas cosas simplemente haces lo mejor que puedes, y dejas el resto al destino!