Ella hizo un plato simple de arroz frito con huevos. Se lo comió en silencio y sola, y luego limpió ella misma.
Cuando regresó a la sala de estar, sólo su madre estaba sentada en el sofá.
—¡Ven acá! —gritó Xue Yuming.
Lu Zhaoyang caminó lentamente hacia ella, pero se detuvo a sólo un metro de desitancia y no se sentó. —¿Qué quieres?
—¿Cómo te atreves a llorar? —Xue Yuming notó sus ojos inyectados en sangre, pero no consoló a su hija.
Ese mismo día, por Lu Zhaoyang, ¡la anciana señora Huo le había reprochado una vez más! ¡Todavía estaba enojada por eso!
Xue Yuming pensó que la buena relación de su hija con Huo Yunting podría beneficiarla, pero ahora...
¡Lo único que hizo su hija fue provocar un desastre!
—...
Lu Zhaoyang se sentía amargada por todo el asunto. Su madre, su único pariente de sangre en esta familia, se había puesto en su contra, como todos los demás.