Lo que había pasado entonces...
Ni siquiera la señora Landis conocía la historia completa. Lo único que sabía era que, después de que Herman se marchara, Iris había recogido de repente sus cosas, se había mudado de la mansión Hunt y se había instalado en la pequeña villa de aquí. A partir de ese momento, fue como si de repente se hubiera vuelto fría de corazón y ya no le importara Justin.
Pero la señora Landis aún recordaba aquel día en que Justin, de cinco años, que no entendía nada de nada, corrió de repente hasta la villa, llorando y gritando por su madre; pero Iris se había negado a abrir la puerta. Se había quedado en la casa y se había limitado a decir: —Vuelve. No quiero verte.
—¡Mamá, abre la puerta!
Al otro lado de la puerta, Justin, de cinco años, hizo todo lo posible por llamar a la puerta, pero como si ella hubiera endurecido su corazón, nunca la abrió.
Justin era igual de terco. Gritó: —¡Si no abres la puerta, no me iré!