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91.86% VIGGO / Chapter 305: Orario y el balance 2.299

Capítulo 305: Orario y el balance 2.299

—Calibur— murmuro Viggo al ver a Kiara sosteniendo la espada —hacía mucho tiempo que no la veía. Así que, siempre estuviste conmigo—

—El imprudente de Xiao la guardo dentro de tu alma aludiendo a que eras demasiado inmaduro para manejar un arma tan poderosa— respondió Kiara mientras una ráfaga de viento ondeaba su falda y dejaba ver su larga y estilizada pierna a través del largo tajo que bajaba desde su cadera hasta la parte baja de la falda.

—Puede que el abuelo tuviera razón— respondió Viggo mirándola a los ojos con una sonrisa en los labios —incluso ahora me siento indigno. Mi padre la hizo con todo su cariño, pero yo lo maltrate y lo rechace como un idiota. No era un buen hijo—

—Incluso si no eras un buen hijo, esto lo hizo tu padre para ti—

Viggo quedó mirando a Kiara y agacho la cabeza recordando las palabras de su padre:

<<—Sabes, hijo, te amo con todo mi corazón, pero a veces pienso que eres el más tonto del mundo—

—¿Por qué?— preguntó Viggo

—Porque sí, pudiendo aprender las cosas de la manera fácil, buscas la dificultad—

—Eso significa que quiero hacerme fuerte por mi propia cuenta—

—No, eso significa que eres tonto— respondió Kain —verás, ser fuerte, entrenar y mejorar ya es difícil ¿Es necesario que reinventes las cosas? Como dicen por ahí ¿Hay alguna necesidad de reinventar la rueda?—

—No, padre—

—En ese caso, maldita, maldita sea, toma mi conocimiento, mis cosas y vuélvete muy fuerte. Son para ti, maldición, eres mi hijo. Es lo más lógico que tomes todo lo que tengo y te lo quedes. Entonces, cuando tengas todo mi conocimiento, entrenaras, te volverás más fuerte y mejor que yo. Eso es todo lo que espero de ti—>>

Viggo tomo una profunda respiración mientras pasaba una ráfaga de viento por la cima de la torre de Babel y ondeaba su cabello rojo. Él se acercó a Kiara y tendió su mano. Kiara dio vuelta a calibur y se la entregó por el mango. Viggo extendió su enorme mano y la poso sobre el mango. Sintió el frio de un material suave como la madera, pero lizo como el vidrio. Viggo retiro suavemente la espalda, Kiara la soltó y él la tomo con ambas manos.

—La siento diferente— dijo Viggo

—Puede ser— respondió Kiara —han pasado más de diez años desde que canalizaron luz solar en su interior. Podrías ocupar mana, pero ocuparía la totalidad de tus reservas, así que te sugiero que ocupes tu divinidad—

—¿Tan poderosa es la divinidad de un dios?—

—Sí, pero también es la capacidad del arma. Calibur es muy diferente de cualquier otra arma divina, por eso necesita tanta energía. A través de Calibur podrás manifestar una parte de tu poder divino. Eso implica que mientras más veces rellenes Calibur con tu energía divina y la descargues, más rápido desarrollaras tu divinidad. Es casi lo mismo que entrenar tu cuerpo. Mientras más ejercicio, desgaste y recuperación, más se fortalece—

Viggo bajo calibur y la sostuvo con su mano derecha —eso quiere decir que puedo manifestar la luz solar, pero no he alcanzado la divinidad—

—Así es, pero si ejercitas con Calibur durante un largo tiempo, desarrollaras tu divinidad. Sin embargo, tienes que saber algo—

—¿Qué cosa?—

Kiara y Viggo se miraron a los ojos. Ella con una figura delgada de prominentes curvas. Él era una cabeza más alto que ella y con un físico atlético.

—No pasara desapercibido— dijo Kiara —todos los dioses se darán cuenta, los reyes y emperadores. Te convertirás en una amenaza para la sociedad y todos se prepararán para la guerra. Porque eso es lo que eres tú, Viggo, aquel que lleva por nombre, Guerra—

Viggo mostro una enorme sonrisa con una mirada afilada —que así sea— dijo sin pensarlo dos veces. Después de todo, él ya había pensado en conquistar cada reino e imperio en esta tierra. Todos los recursos iban a ser necesarios para cuando este mundo se enfrente a su ocaso.

Viggo tomo una profunda respiración, levantó la espada y sostuvo por delante de él con las dos manos. Como dijo Kiara, canalizo su energía divina asociada a la luz solar. En estos momentos era un pequeño fruto no más grande que una semilla que ni siquiera había florecido o mucho menos dado fruto. Sin embargo, al canalizar la energía a calibur sintió como la espada emitía rayos eléctricos dorados. La semilla de divinidad comenzó a germinar dentro de su cuerpo y a producir más energía divina. Al mismo tiempo, el aire alrededor de Viggo se volvió increíblemente caliente. Los rayos de energía se extendieron desde la espada hacia los alrededores dañando la superficie rocosa de la torre de Babel.

Viggo frunció el ceño y canalizo más energía, notando como la pequeña semilla rompía su cubierta y se abría como un botón de flor. Viggo apretó su agarre sobre la empuñadura de la espada, apretó sus dientes con fuerza y continúo canalizando más energía divina. Todo su cuerpo estaba rojo de tanto hacer fuerza mientras que su rostro y cuello destacaban con gruesas venas. Viggo tenía una expresión de extremo dolor, pero aguanto y continúo canalizando energía divina. Calibur también continúo aumentando la cantidad de rayos de energía dorada hasta que toda la energía se condenso alrededor de la hoja y la transformo en una espada de luz dorada.

Viggo abrió los ojos, miró al cielo y soltó un rugido de furia. Calibur libero todo su poder y lanzó un enorme rayo de energía al cielo como un pilar de luz que fue divisado desde cada rincón del continente.

En la región norte, donde estaban Semiramis teniendo una reunión, todo el mundo se detuvo al escuchar el fuerte estruendo que provoco el rayo. Todos se acercaron a las ventanas de la oficina y miraron a la punta de la torre de Babel. Un enorme pilar de luz se alzaba desde la cima. Semiramis y Scheherezade se miraron a los ojos y una corazonada nació en su corazón.

Al mismo tiempo, Rosewisse y Brunilda junto a la nodriza cuidaban de los hijos de Viggo en la mansión. Ellas se divertían con la conversación ininteligible que mantenían Uriel y Bell. Parece que la Uriel regañaba a Bell mientras este último le rebatía. Sin embargo, Rosewissse y Brunilda al escuchar el estruendo lo primero que atinaron a hacer fue a lanzarse sobre la cuna de los bebes y cubrirlos con sus alas. Era una energía aterradora.

Por otro lado, Bishamon y Hephaestus que compartían una conversación armoniosa como diosas, además de suegra y nuera, sintieron en su pecho el estallido de energía divina. Hephaestus corrió de inmediato a la ventana mientras Bishamon lo hizo a paso lento porque temía golpearse su abultado vientre. Ya tenía cinco meses de embarazo.

Ambas miraron a la distancia y como diosas, entendieron que un dios, sea quien sea, había roto su sello y ocupado su poder divino. Sin embargo ¿Por qué y quién? Ellas no recordaban a ningún dios en Orario que hubiera tenido tal divinidad.

—Viggo— murmuro Hephaestus sin saber porque, solo fue pura corazonada, pero le provoco un nudo en la garganta y la ansiedad nació en su corazón.

Todos los que conocían a Viggo intuyeron algo, algunos emocionados, otros felices y otros preocupados. Las mismas esposas de Kain sintieron la angustia en su corazón y salieron al jardín para ver hacia la torre de Babel, solo para encontrar a Kain aplaudiendo al cielo mientras reía como un loco, lleno de felicidad.

Volviendo a Viggo, la energía divina se acabó y el rayo de luz se cortó. La cima de la torre de Babel estaba ardiendo en calor y las propias ropas de Viggo se habían quemado. Él estaba desnudo, sosteniendo a calibur mientras jadeaba del cansancio.

Kiara frente a Viggo asintió complacida con él y su desempeño. Si antes Viggo tenía una divinidad sin germinar, ahora había florecido. Le faltaba un largo camino para dar fruto, pero solo era cuestión de tiempo. Los ojos de Viggo reflejaban aquella verdad, ya que habían pasado de tener un iris azul a uno dorado. Se podían ver los rayos de electricidad dorada recorriendo sus ojos de lado a lado.

—¿Qué se siente?— preguntó Kiara avanzando hacia Viggo, ella hizo un ademan, el terrible calor se disipo y la ropa que se había transformado en cenizas se levantó del suelo y volvió a su forma original.

—Como nada que haya experimentado en mi vida— respondió Viggo con sudor por todo su rostro y una mirada cansada —es como la euforia de luchar contra alguien más poderoso que tú y vencerlo en su máxima capacidad—

—En ese caso es genial, ahora ya sabes que hacer—

—Sí, Kiara, gracias, tú siempre— dijo Viggo, trato de dar un paso adelante, pero su enorme cuerpo cayó hacia adelante sin que él pudiera hacer algo. Kiara se apresuró y lo abrazó. Calibur cayó al suelo de roca generando un tañido metálico. Kiara ayudo a Viggo a recostarse para que se recuperara. Al mismo tiempo, cuando Viggo se apoyó en el suelo de roca, levantó su mano derecha y saco de su anillo la botella de estus que siempre andaba trayendo.

—Dame eso, déjame ayudarte— dijo Kiara

—Sí— respondió Viggo demasiado cansado para decir algo más. Kiara tomo la botella de estus y lo ayudo a beber. Viggo rápidamente se recuperó, pero el cansancio permaneció en su rostro. Él se quería levantar, pero Kiara lo obligo a permanecer acostado en el suelo. Viggo miraba el cielo azul, sentía el calor, pero también la brisa que se llevaba la sensación térmica. Era agradable sentir la frescura del viento.

—Bueno, una cosa menos de que preocuparme— dijo Viggo

—Sí— dijo Kiara mientras le acariciaba el cabello —ahora, con respecto a lo otro, no te daré la respuesta, pero te sugiero que pienses en los dioses que aman a la humanidad—

—¿Cómo?—

—Los dioses asociados a la sabiduría, por lo general tienen una mentalidad bastante benévola—

—Entiendo, eso me deja tomar a Hitomi y ayudarla a romper su cascaron— susurro Viggo —con esos dos puntos solucionados, solo me queda armar un campo de juegos para mis hijos. De esa manera, habrá más héroes. Entonces Bell ni Ottar tendrán que morir luchando contra esa…—

Viggo cayó dormido con Kiara sentada en el suelo y a su lado. Ella se acercó a calibur que seguía tendida en el suelo y al tomarla sintió el terrible calor de la luz solar. Si fuera un humano normal sus manos se hubieran convertido en carbón de inmediato, pero este nivel de luz solar no era nada para Kiara, un primordial. Ella recogió la espada, la acercó a Viggo como si lo fuera a apuñalar, pero al hacer contacto con la espada, el cuerpo de Viggo la absorbió en su pecho como si fuera parte de él.

—Realmente un regalo irresponsable— murmuro Kiara —si solo pudieras recrear la funda de la espada te volverías invencible—

—Eso sería irresponsable— dijo Xiao, apareciendo a tres metros de Viggo. El anciano primordial vestía un bata china de color negro que se apegaba a su cuerpo y remarcaba su pronunciada barriga.

—Puede ser—

—Le prometiste a Hastur que ya no interferirías— dijo Xiao

—¿Desde cuándo tú le sigues el juego a Hastur?— preguntó Kiara con una sonrisa burlona —lo que sea, no importa. La espada ya estaba en posesión de Viggo, yo solo le recordé algo que había olvidado—

—Si haces su camino tan fácil—

—¿Cuál es el punto de hace sufrir a tus protegidos?—

Ambos primordiales se quedaron mirando a los ojos. Xiao negó con la cabeza y se desvaneció sin decir más. Era imposible razonar con Kiara, pensó.


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