No podía creer lo mal que había actuado. No pude controlar mis emociones en una ocasión tan romántica. Era muy frustrante.
Miguel había pensado mucho en ello. Había organizado todo perfectamente. La vista era perfecta. La música era romántica. La comida estaba deliciosa. Era lo mejor que había hecho por mí desde que nos conocimos. Lo había arruinado todo.
Me asomé a ver el rostro de Miguel. No había nada fuera de la ventana, pero él seguía mirando hacia afuera. Puse mi mano en su pierna. Él no se movió, pero pude sentir sus músculos tensarse. Aventuré unos centímetros más arriba, y el cuerpo de Miguel se tensó.
Miguel se giró y me miró, confundido.
—Gracias por hacer esto por mí hoy. Yo soy la razón de que todo esté arruinado. Tal vez te gustaría que te compensara.