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El aire se tornó pesado con la promesa de un inminente desastre. Fue entonces cuando un fuerte rugido se pudo escuchar desde arriba.
Grandes cometas atravesaron la noche como una cascada de ardientes rocas desprendiéndose desde el cielo.
Eran como estrellas fugaces, ardiendo con fuego celestial. El primer meteorito impactó la torre más alta del castillo, enviando trozos de piedra y escombros volando en todas direcciones.
El impacto sacudió la misma tierra, pero eso era solo el comienzo. Cada meteorito se estrelló contra el castillo con fuertes explosiones que podían escucharse a millas de distancia.
La fortaleza tembló mientras se desmoronaba, las paredes se convirtieron en escombros y las torres en cenizas. Archer observó con una sensación de sombría satisfacción cómo el castillo misthaveniano fue reducido a ruinas.