La próxima cosa que ella sabía, era que Sei había aterrizado sus labios en los de ella. Era otro beso rápido, aunque esta vez, el beso duró un poco más.
En ese instante, Davi estaba nuevamente choqueada. Estaba aturdida, pero esta vez, pudo sentir cuán cálidos eran sus labios. Sus labios conectaban con los de ella como destellos que causaban una cadena de incendios a través de todo su cuerpo.
El beso fue breve, pero para Davi, fue como si el tiempo se hubiese detenido. Y cuando el hombre se alejó, ella apenas pudo reaccionar.
Ella pestañeó mientras no paraba de mirarlo.
Pero en ese momento, Sei habló repentinamente.
—¿Estás disgustada? ¿Te desagradó cuando te besé?— le preguntó con una increíblemente fría gentil voz. Su voz era suave y profunda que era como un místico muy inocente y placentero sonido. La forma en que él le preguntó casi parecía como si fuera un pequeño niño inocente libre de cualquier impureza.