Los brillantes rayos de sol de la mañana bañaban el jardín con su suave calor. La fragancia de las flores era como incienso calmante y la brisa de la mañana era como una música relajante. Pero en medio de todo esto, caían silenciosas lágrimas.
Los brazos de Zaki estaban envueltos alrededor de Hinari, abrazándola fuertemente como si no hubiera un mañana. Su cara se enterró en el cuello de ella mientras liberaba en silencio todas sus emociones reprimidas. Ya no podía detenerse. Tembló mientras la apretaba como si hubiese estado deseando abrazarla todo este tiempo sin contenerse.
En su abrazo, Zaki sintió que su mundo helado se derretía lentamente. Era como si el dolor comenzara a evaporarse. La pesadez de su corazón estaba desapareciendo lentamente, como oscuras nubes ominosas que se desvanecen tras una larga y devastadora tormenta.