La casa del Chamán, que parecía haber sido construida hace siglos, era una maravilla visual que se fusionaba armoniosamente con el denso y verde bosque que la rodeaba. La estructura, construida con troncos robustos y ramas curiosamente retorcidas, parecía haber brotado directamente del suelo, integrándose con la naturaleza del Bosque de los Olvidados de tal manera que se asemejaba a un gran árbol. Este árbol imaginario se estiraba hasta las copas de los árboles vecinos, aunque no era tan alto como un edificio pequeño.
La entrada a la casa estaba marcada por una puerta baja y ancha hecha de madera oscura y robusta. Esta puerta estaba decorada con símbolos misteriosos y tallados complejos, tan extraños que incluso Kaizen, con el título Maestro de Idiomas, solo podía descifrar aproximadamente el diez por ciento de ellos.