La batalla entre las dos chicas se volvió aún más feroz. Heridas sangrientas empezaron a aparecer por todo su cuerpo. Triana era quien más daño tenía porque aún se estaba conteniendo.
—¡Darla, no me obligues a matarte!
—¡¿Matarme!? ¡Hazlo después de que entregues tu corazón! —gritó Darla. Tenía los ojos vidriosos. No necesitaba nada más que ser tocada por el hombre que la estaba observando, el calor en su cuerpo se estaba volviendo insoportable. ¡Solo podía apresurarse y terminar su tarea!
—Entonces, ¡lo siento! —Triana ya no se contuvo y comenzó a lanzar magia de alto nivel. Estaba en medio del hechizo cuando de repente sintió un pinchazo en su mente que le hizo perder la concentración. Fue en ese mismo instante que sintió un dolor súbito en su pecho. Miró hacia abajo y vio los ojos de Darla brillando con una luz púrpura—. Tú... usaste tu interrupción mental...