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Elly Campbell echó un vistazo a la herida en la frente de Adam Jones y no pudo evitar dudar si su conmoción cerebral era real o falsa.
—¿No es porque temo que te intimiden si estás solo? —Adam sonrió, esa expresión complaciente hizo que a Elly le dolieran los dientes de la irritación.
Sin querer coquetear ni discutir con él en la puerta, continuó saliendo, justo cuando James Campbell salía de adentro, y se encontraron.
En ese momento, James Campbell realmente deseaba poder despedazar a Elly en mil pedazos. En sus ojos, Elly no era más que una mujer barata, indigna de ser su hija, la de James Campbell.
La mirada que le dio a Elly era como si contuviera innumerables cuchillos, todos afilados y listos para degollarla.
Sin embargo, desafortunadamente para él, al lado de Elly estaba Adam Jones, alguien a quien nadie se atrevía a provocar. Aunque él era su superior, no se atrevió a levantar un dedo contra Elly frente a Adam.