—Bueno, soy el humano más peligroso, eso es correcto —anunció Nial con una sonrisa orgullosa en los labios.
Gianna rodó los ojos al verlo y sintió ganas de golpearlo por atacarla y actuar como si ella fuera una persona a la que se puede menospreciar fácilmente.
—¿Realmente eres el mismo Nial que conozco? —preguntó ella con duda, mirando directamente a la cara de Nial para ver si se inmutaba o reaccionaba de manera extraña.
Eso era algo que Gianna había aprendido de su Arma Espiritual. Conversaban a través de la telepatía y esta le había dicho que Nial era extraño, que su energía era extremadamente peligrosa, y que el joven sabía mucho más de lo que debería en comparación con el conocimiento colectivo de la humanidad y su avance tecnológico.
—Sigo siendo el mismo pero he cambiado, eso no es algo que pueda negar —afirmó Nial con calma. No parecía molestarle esta pregunta, especialmente después de haber notado que su comportamiento estaba cambiando con el paso del tiempo.