—Gran Hermano, ¿nos volverás a visitar, verdad? —preguntó uno de ellos.
—Por supuesto que sí. La próxima vez que nos veamos, traeré tartas de manzana para ustedes —prometió con una sonrisa.
—¡Bien! —exclamó el más pequeño con alegría.
Un día después de que Lux hablara con la Armadura Viviente, la fiebre de Lilia bajó y su tez se veía mucho mejor que antes. El Semielfo les había comprado suficientes provisiones de la Ciudad de Brookwest que les durarían una semana, así que Lilia podía tomarlo con calma hasta que se recuperara completamente.
—Lux, no puedo aceptar este dinero —dijo Lilia rechazando la pequeña bolsa que contenía 50 monedas de oro que Lux le ofreció—. Ya estamos en deuda contigo por ayudarnos, no tienes que hacer esto.
—Está bien, tía Lilia —respondió Lux—. Esto para mí es tan solo calderilla. Úsalo para comprar algunos juegos de ropa nuevos para Heidi, así como más comida para poner en la mesa.