Los clamores resonaban a lo lejos después de la muerte del Jabalí de Acero, y algunos de los híbridos rugieron al cielo falso uniéndose al grito de Noah. Querían celebrar su victoria y anunciar al mundo que había tenido éxito en una hazaña que todos consideraban imposible.
El orgullo de Noah reaccionó a esos rugidos. Sintió instintos enterrados en lo profundo de su ser despertando y resurgiendo sobre su mar mental cuando escuchó a esos híbridos aclamarlo en un idioma que los humanos no podían comprender.
Su especie había superado a los híbridos, pero los instintos provenientes del mundo de las bestias mágicas seguían dentro de él. Noah podía crear una manada si lo deseaba. Parte de su audiencia ya lo consideraba un líder digno de seguir.
Aún así, su avaricia pronto superó ese sentimiento. Había completado una de las pruebas más duras en la segunda capa, y no podía esperar para ver qué recompensa había preparado el Ladrón Supremo para él.