De pie frente a Nog, no podía dejar de mirar a Alex. Sus ojos iban de un ala a la otra. El color rojo era simplemente cautivador, de alguna manera parecían ligeras y transparentes. Si una persona las tocara, imaginaba que sus manos simplemente pasarían a través de ellas, pero al mismo tiempo parecían fuertes y vivas, latiendo como un corazón.
Había varias líneas que se extendían desde el cuerpo de Alex hasta la punta de las alas.
—¡Arghh, esto duele! —Gritó Alex mientras se arrodillaba. Rápidamente agarró una daga que había perforado la parte superior de su muslo y la sacó tirándola al suelo.
Había logrado evitar y bloquear algunas de las armas con su espada, pero no todas. Una daga logró golpearlo en el muslo y se clavó bastante profundo.
—Hazme un favor, intenta usar el banco de trabajo como cobertura, haré todo lo posible para deshacerme de estos tipos. —Dijo Alex.