—Aléjate de ese pervertido de Huo Siqian a partir de ahora —respondió inesperadamente Qin Chu.
Repentinamente Huo Mian no supo cómo responder.
—¿Me oíste? —le advirtió en tono infantil Qin Chu
—Sí, lo sé.
—El funeral es a las siete de la mañana, ¿correcto? —preguntó Qin Chu. Unos minutos atrás había oído lo que el maestro del feng-shui dijo.
—Si —asintió Huo Mian.
—Te esperare en las puertas del cementerio luego.
—Estoy bien, solo iré directo a trabajar al hospital cuando termine.
—Ya les pedí que te dieran el día libre, ven a casa y descansa por hoy.
—Este…—dijo Huo Mian, una vez más sin palabras.
Este tipo sí que era rápido. Ya había pedido al hospital que le den el día libre. Pero tenía mucha curiosidad, la clínica había estado saturada recientemente. Entonces, ¿por qué la enfermera jefe accedió a darle un día libre tan fácilmente?
—La enfermera jefe…¿ella aprobó mi día libre? —preguntó incrédula Huo Mian.