Rosa miró hacia atrás, hacia la puerta por la que había entrado para ver si alguien más estaba entrando, pero solo eran los soldados. —Oh —se dio cuenta del error que se había cometido. —Yo soy Rosa. Su criada —señaló a Zayne.
—¿Criada? —Vivian respondió, confundida sobre cómo la joven era su criada. —¿Me equivoqué? Oh, perdóname.
—¡Otra bebida!
El esposo de Vivian se fue a atender a otros clientes mientras ella se ocupaba de Zayne. —No recuerdo haber bebido nada. Trato de no hacerlo cuando mi esposo y yo estamos trabajando. Es solo que te pareces a alguien que conozco. No tendría sentido que ella estuviera aquí, así que qué tonta soy.
—¿A quién te recuerda? —preguntó Zayne, encontrándolo como una pista sobre el pasado de Rosa.
—Bueno, a Lady Ambrose pero no tendría sentido que la dama estuviera por esta zona. Debes recibir muchos elogios por parecerte a la dama —compartió Vivian sus pensamientos. Por un momento creyó que había llegado el día en que conocería a la dama.