Una cara desconocida asomó su cabeza y al ver su cabello encanecido y su rostro ligeramente arrugado, los puntos se conectaron instantáneamente. Esto se confirmó aún más cuando Darach se enderezó al instante, su expresión solemne mientras saludaba al hombre mayor.
—Anciano Otto —dijo, asintiendo—. ¿Qué te trae por aquí a la torre? Aún no es el cambio de estaciones.
El hombre mayor, Anciano Otto, parecía igualmente sorprendido de vernos aquí. Sus ojos se agrandaron una fracción mientras su mirada barría a los tres de nosotros antes de finalmente volver a Darach.
—Alfa Darach —dijo, sonriendo—. Después de haber visto tantas miradas llenas de odio, resultaba extrañamente refrescante —y sorprendente— ver una que era genuina. Pensé que había oído algo de conmoción en la zona y decidí comprobarlo. No pensé que te vería aquí —luego dirigió su sonrisa hacia nosotros—. ¿Son estos nuestros nuevos invitados?
—Sí —dijo Darach—. Alargó su mano y dijo: