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Talia no estaba segura de qué pensar sobre esta repentina delicia para sus ojos.
La forma desnuda de Damon hizo que su garganta se secara. Ella había visto cada parte de él más de una vez, pero esto era al aire libre, solo los dos, privacidad.
¿No iban a comer ahora? Pero… ¿por qué se quitó los pantalones cortos? Su cena se enfriará y no será tan buena.
Talia apartó la vista de su sección media donde colgaban sus partes preciadas, y su mirada viajó sobre sus firmes abdominales y pectorales... vio la Nuez de Adán de él subir y bajar cuando tragaba, y en lugar de su expresión arrogante, se encontró con sus ojos que la miraban con una profundidad que le hizo darse cuenta de que esto era importante.
Damon tomó dos palos con carne asada en ellos y se acercó a ella lentamente, rodeando la fogata, y cayendo de rodillas cuando estaba a un paso de ella.
—Talia —la llamó con un tono solemne—. ¿Aceptas mi ofrenda?