—¿Qué tiene eso que ver conmigo? —dijo Shen Li con indiferencia.
—Justo como cuando Guo Ling se acercó a ella llamándola hermana, esta señora Guo Meizhen se volvió aún más maravillosa, insistiendo en que la llamara tía.
—Hasta ahora, nunca había visto siquiera el rostro de su padre biológico, Shen Zhongcheng. No había afecto entre padre e hija. Los medios hermanos eran, para ella, nada más que extraños.
—La cara de la señora Guo Meizhen se congeló, y la señora Bach también se quedó momentáneamente sorprendida. La expresión de Shen Li era tranquila, no revelaba ni alegría ni enfado, pero al menos no estaba contenta. No podía dejar que Guo Meizhen siguiera hablando, porque si Shen Li se ofendía, no se atrevía a pensar en las consecuencias. Estaba a punto de detener a Guo Meizhen.